martes, 11 de junio de 2019

¿Qué hacer para empezar a escribir?


   Cuando nos encontramos frente a una hoja en blanco, porque debemos escribir un informe, discurso, artículo o ensayo, en muchas ocasiones, no sabemos por dónde empezar, qué es lo que se debe decir primero o qué hacer para inspirarnos y empezar a escribir. Es importante que tratemos de planificar o esquematizar las ideas que se tienen en mente y, para ello, es crucial la lectura, en aras de investigar acerca del tema, y tener un panorama más amplio respecto a lo que se desea plasmar.
   A medida que investigamos, se debe ir tomando notas de las ideas principales, de lo que se va infiriendo e interpretando. A este proceso indagatorio debemos dedicarle tiempo, con el fin de ir delimitando el tema y dándole forma al escrito. A esa especie de borrador que vayamos configurando, debemos ir revisándolo constantemente y haciendo las correcciones necesarias.  Leer y leer, las veces que sean necesarias y más. Escribir, revisar, borrar y volver a escribir…
   Muchos investigadores han propuesto diversos métodos para aleccionar al estudiante en el ejercicio escritural. Uno de ellos es muy conocido en nuestras aulas de clases, la lluvia de ideas o tormenta de palabras. En nuestro cuaderno o en una hoja, empecemos a escribir las ideas o palabras que se nos vengan a la mente, relacionadas con el tema que vamos a escribir. Una vez que tengamos ese listado de ideas, hemos cargado nuestra mente con imágenes referenciales del tema. Podemos organizarlas, esquematizarlas, indagar y empezar a escribir nuestro artículo o informe.
   Otro método es el llamado de las 5 W, que son las preguntas en inglés: who, what, why, where y when y le adicionamos how, que traducidas al castellano significan:  quién, qué, por qué, dónde y cuándo, además de cómo. Este método es muy utilizado por los periodistas y puede ser útil a la hora de incursionar en el relato, reseña o informe. Las ideas del escrito se organizan de tal manera que el lector pueda dar respuesta a estas interrogantes, sin que la pregunta se escriba directamente.
   Otra técnica que puede ayudar es contárselo al amigo o amiga. Por ejemplo, tenemos en mente un tema que debemos exponer por escrito, pero no sabemos redactar las primeras líneas. El amigo o amiga nos pregunta de qué trata y nosotros empezamos a contarle. El simple hecho de relatarle a otra persona el tema, nos obliga a organizar las ideas y a darles sentido. Y a comenzar por algún sitio. Esta técnica puede tener una variante, la cual sería con una grabadora. El hecho de declamar en voz alta como si estuviéramos contándole a alguien, ayuda a superar el tema de la hoja en blanco; debido a que permite que ordenemos las ideas y poder oírnos para perfeccionar nuestra oralidad y escribir coherentemente, evitando repeticiones, muletillas o palabras inadecuadas.
   Es esencial, reitero, tomar en cuenta los procesos de planificación, textualización o producción y revisión de los escritos, por lo que debemos escribir el borrador y revisarlo las veces que sean necesarias para perfeccionar nuestro texto. Todas estas técnicas deben ir acompañadas de dos aliadas ineludibles: la lectura y la investigación, las cuales nos permitirán enriquecer nuestro caudal de conocimientos y obtener insumos necesarios para hacer de la escritura una fascinante aventura que dibuja trazos y huellas en esa  hoja, que dejará de estar en blanco…