Cuando nos encontramos frente a una hoja en
blanco, porque debemos escribir un informe, discurso, artículo o ensayo, en
muchas ocasiones, no sabemos por dónde empezar, qué es lo que se debe decir
primero o qué hacer para inspirarnos y empezar a escribir. Es importante que
tratemos de planificar o esquematizar las ideas que se tienen en mente y, para
ello, es crucial la lectura, en aras de investigar acerca del tema, y tener un
panorama más amplio respecto a lo que se desea plasmar.
A medida que investigamos, se debe ir tomando
notas de las ideas principales, de lo que se va infiriendo e interpretando. A
este proceso indagatorio debemos dedicarle tiempo, con el fin de ir delimitando
el tema y dándole forma al escrito. A esa especie de borrador que vayamos configurando,
debemos ir revisándolo constantemente y haciendo las correcciones necesarias. Leer y leer, las veces que sean necesarias y
más. Escribir, revisar, borrar y volver a escribir…
Muchos investigadores han propuesto diversos
métodos para aleccionar al estudiante en el ejercicio escritural. Uno de ellos
es muy conocido en nuestras aulas de clases, la lluvia de ideas o tormenta de
palabras. En nuestro cuaderno o en una hoja, empecemos a escribir las ideas o
palabras que se nos vengan a la mente, relacionadas con el tema que vamos a
escribir. Una vez que tengamos ese listado de ideas, hemos cargado nuestra
mente con imágenes referenciales del tema. Podemos organizarlas,
esquematizarlas, indagar y empezar a escribir nuestro artículo o informe.
Otro método es el llamado de las 5 W, que son
las preguntas en inglés: who, what, why, where y when y le adicionamos how, que
traducidas al castellano significan: quién,
qué, por qué, dónde y cuándo, además de cómo. Este método es muy utilizado por
los periodistas y puede ser útil a la hora de incursionar en el relato, reseña
o informe. Las ideas del escrito se organizan de tal manera que el lector pueda
dar respuesta a estas interrogantes, sin que la pregunta se escriba
directamente.
Otra técnica que puede ayudar es contárselo al
amigo o amiga. Por ejemplo, tenemos en mente un tema que debemos exponer por
escrito, pero no sabemos redactar las primeras líneas. El amigo o amiga nos
pregunta de qué trata y nosotros empezamos a contarle. El simple hecho de
relatarle a otra persona el tema, nos obliga a organizar las ideas y a darles
sentido. Y a comenzar por algún sitio. Esta técnica puede tener una variante,
la cual sería con una grabadora. El hecho de declamar en voz alta como si
estuviéramos contándole a alguien, ayuda a superar el tema de la hoja en
blanco; debido a que permite que ordenemos las ideas y poder oírnos para
perfeccionar nuestra oralidad y escribir coherentemente, evitando repeticiones,
muletillas o palabras inadecuadas.
Es esencial, reitero, tomar en cuenta los
procesos de planificación, textualización o producción y revisión de los
escritos, por lo que debemos escribir el borrador y revisarlo las veces que
sean necesarias para perfeccionar nuestro texto. Todas estas técnicas deben ir
acompañadas de dos aliadas ineludibles: la lectura y la investigación, las
cuales nos permitirán enriquecer nuestro caudal de conocimientos y obtener
insumos necesarios para hacer de la escritura una fascinante aventura que dibuja
trazos y huellas en esa hoja, que dejará
de estar en blanco…