Llegó diciembre, un mes que viene cargado de muchas emociones. Es el último mes del año y es el mes para celebrar el nacimiento del niño Jesús. Son múltiples sentimientos que nos embargan, debido a que esta época del año nos invita a revisar lo que hemos hecho, lo vivido; y lo que estamos por hacer. Alegría y melancolía se conjugan para hacer de diciembre un mes especial en nuestras vidas.
Quiero hacer énfasis en los aspectos positivos, también para poner en práctica las ideas de mi artículo “Leer y pensar saludablemente”, puesto que, a pesar de las vivencias tristes que pude experimentar en el año, creo que la energía de las experiencias buenas y alegres iluminan a esas sombrías y pequeñas cosas. Es así, como retomo la idea de regocijo, deleite, compañerismo y amor familiar que nos trae este mes tan bonito, vistoso y exclusivo del año.
Las fiestas decembrinas compartidas en mi infacia, me trasladan inexorablemente, al campo de mis abuelos maternos; un paraiso terrenal, que da muestra del inmeso amor divino de Dios por sus hijos... Mis padres, hermanos, tíos, primos, todos reunidos acompañando a los viejos. En ´colaos´ o en carros particulares llegamos al “Paso ´el Caballo”, siendo recibidos por un abrazo tierno de mi abuela, quien tenía listo el café y la deliciosa comida, que de forma mágica, alcanzaba para todos. Y mi abuelo, con sus cuentos ´coloraos´ que nos hacían reír tímidamente a los pequeños, “y que la abuela no oiga ni se entere que mi abuelo le está contando a los más chicos y a las muchachas esos cuentos...”
Las reuniones familiares en la casa montonera de Mereyal también son muestras de esa generosidad divina del Padre... Han mutado y se han vuelto más pequeñas, pero igual de buenas. Doña Ramona aprovecha esos momentos para contarnos de sus vivencias de juventud, nosotros reimos, quizás no como antes porque a ella se le ha olvidado que ya nos relató en muchas oportunidades, esa emocionante hazaña de cuando peleó con la Zorrita o con la familia del Sapito. Y si está mi tío Israel, comparte con él: “¿Te acuerdas Israel? Son anécdotas que quiero seguir oyendo y quiero seguir disfrutando cada vez que ella quiera contarlas..., porque se ve en su cara esa sonrisa y esa satisfacción de heroína del llano que solo ella sabe plasmar.
Además de las exquisitas comidas, también quiero resaltar los momentos de oración que compartimos, dándole gracias a Dios por todo y por todos, y rogándole que el año venidero nos traiga salud y prosperidad. Y en respuesta inmediata, Dios nos regala una hermosa y brillante luna, y un reconfortante ambiente lleno de frescura y suaves olores decembrinos. Por esto y por muchos otros lindos recuerdos, es que me lleno de gozo, mi mirada se aviva al recibir a diciembre. Un mes que despide el año y que nos trae de regalo todo un sinfín de ilusiones, de deseos, de metas, que llegan a cada uno de nosotros como si se tratará del nacimiento del Niño Dios, de la esperanza y de la confianza que debemos tener para avanzar con firmeza hacia ese nuevo camino, llevando siempre de compañero la impresionante magia de la navidad, que se traduce en actitudes y acciones llenas de paz, alegría, salud, amor y prosperidad para el renacimiento de los hombres y mujeres de buena voluntad. #Feliznavidadypróspero2020