miércoles, 28 de abril de 2021

Cualidades que deben poseer los escritos

   A la hora de escribir debemos tener presente que la escritura es un arte y como tal debe fomentarse, por lo que se requiere constancia y dedicación para su perfeccionamiento. Es preciso destacar que el mensaje que se va transmitir es sumamente importante, pero la manera como lo haremos, también lo es. En tal sentido, seguidamente encontrarás algunas recomendaciones que debemos seguir para guiar nuestra redacción, imprimiéndole las cualidades apropiadas, según el tipo de texto, su finalidad y tomando en cuenta a quién estará dirigido. Entre las cualidades, pueden mencionarse:

La precisión; se refiere al uso de términos correspondientes del modo más exacto, al significado que se desea expresar. Con ella se puede mejorar el escrito y hacerlo comprensible al público. Si al leer en voz alta lo que escribiste ni tú mismo lo entiendes, imagínate una persona que te lee por primera vez. Entre más simples las oraciones, será mejor para su comprensión.

La sencillez; la cual imprime a la redacción un tono de veracidad expresiva que la hace efectiva y atractiva. Las expresiones ceremoniosas, abultadas, debemos procurar no usarlas; pues la redacción moderna se distingue por  su simplicidad y cortesía. Si no estás escribiendo un  blog científico, evita el uso de las palabras impronunciables o demasiado largas. Igualmente, no uses palabras que solo sirven para adornar, entorpeciendo la lectura rápida, y que no cumplen ninguna función útil dentro de las oraciones. No quiere decir esto que el escritor deba reprimir la experimentación con el lenguaje o rebajar el nivel de su vocabulario. Más bien me refiero a equilibrio, de pensar ante todo en ese lector al que se pretende llegar y en lo que demanda nuestro escrito.

La adecuación, que consiste en escribir mensajes que puedan ser  entendidos por el receptor. Algunas veces las personas escriben para sí mismas y es completamente válido. Solo que, si deseas ser mejor comprendido debes escribir de manera que tus lectores se sientan identificados.  La adecuación consiste en la adaptación de las palabras a la situación comunicativa en que se encuentra. Por ello, para que un texto sea adecuado: (a) Se adapta al tema que se pretende explicar; (b) A la persona que lo emite y a la persona que lo recibe; (c) Se debe tener en cuenta la situación o el lugar en que se emite (por ejemplo, no es igual enviarle un mensaje al director de la escuela que enviarle un mensaje a nuestro esposo). 

La claridad es fundamental en cualquier escrito, en consecuencia no se deben emplear términos ni vocablos confusos, de manera que lo expresado no dé lugar a dudas, a segundas interpretaciones ni a las ambigüedades.

La concisión que consiste en enfocar directamente el asunto. La concisión se obtiene al expresar el mayor número de ideas con la cantidad adecuada de palabras. No se trata del lenguaje lacónico pues el laconismo oscurece el sentido por la reducción extrema del número de palabras, atenta contra la claridad, la precisión y la concisión. Se corresponde con la brevedad. 

La originalidad. Expresar las ideas y comunicar los sentimientos con acento o características propias. Es el sello que revela la personalidad del autor.

La armonía. Radica en el arte de combinar palabras y frases de modo agradable para el oído.

La coherencia, que es la propiedad por la cual los enunciados que forman un texto transmiten un sentido único y completo, es decir, se refieren a un mismo tema. Un texto coherente es aquel cuyos significados se sostienen a lo largo de su lectura, es decir, que posee los elementos necesarios para transmitir a cabalidad el mensaje. Así, existen:

Coherencia global, la que atañe a todo el texto, y que depende de la existencia de un tema central en torno al cual giran las ideas principales y secundarias.

Coherencia local, que tiene que ver con el orden en el que se expresan las ideas, para generar cierto hilo conductor. Todo texto posee un orden propio del cual depende su lectura, y la coherencia local tiene que ver con la secuencia en la que se abordan sus ideas principales y secundarias.

Por su parte, la cohesión es la vinculación que existe entre los elementos de un texto, es decir,  la medida en que su secuencia estructurada de palabras fluye, permitiendo que una palabra conduzca a la siguiente sin tropiezos, de manera organizada. Para ello, se debe tener presente: 

La concordancia gramatical, que es el grado de adecuación que ciertas palabras demuestran respecto de otras, para que el sentido entre ellas quede totalmente claro. Por ejemplo, al conjugar un verbo, debemos hacerlo en concordancia con el sujeto de la oración, sobre todo si dicha oración forma parte de un párrafo en el cual cohabita con otras oraciones e ideas. 

El uso de conectores discursivos, que sirven de puente entre una oración y otra, o entre un párrafo y otro, estableciendo una relación específica entre las partes conectadas. Términos y frases como “sin embargo”, “por el contrario”, “además”, etc., sirven como conectores discursivos para dejar en claro el hilo conductor entre un párrafo (o una oración) y lo siguiente.

El uso de sinónimos e hiperónimos, que permiten escaparle a la repetición de las palabras o de frases. Los sinónimos son palabras que tienen un significado muy cercano y por lo tanto pueden ser sustituibles una por otra hasta cierto punto, como es “casa”, “hogar”, “lar” y “residencia”. Por otro lado, los hiperónimos son palabras cuyo significado es una categoría en la que se engloban otras palabras más específicas, como ocurre con “perro” que es hiperónimo de “caniche”, “salchicha”, “pitbull”, etc. O flor que es hiperónimo de rosa, tulipán, cayena que son hipónimos o términos más específicos.

El uso de la elipsis y de pronombres, que permiten o bien omitir partes de la oración para no tener que reiterarlas, o bien emplear ciertas palabras que sustituyen a referentes enteros. En el primer caso, se suprimen elementos considerados obvios, innecesarios o tácitos, como ocurre a menudo con el “Yo” en las oraciones en castellano: “Tengo hambre” no requiere de la aparición del sujeto pues la conjugación verbal lo deja en claro. Por otro lado, podemos usar pronombres como “ello”, “eso” o “esto” para referirnos no sólo a referentes concretos, sino incluso a partes enteras del párrafo o del texto.

El Interés, que viene a constituir el vehículo que utiliza el redactor para conducir al lector hasta el final del escrito, sin que pierda la atención en el contenido de cada párrafo. Y ese interés o motivación se logra con un texto coherente, claro y preciso.

   Si no queda claro lo que se redacta, habrá un problema de comunicación con la audiencia. La particularidad que presentan los textos escritos es que solo tenemos una oportunidad para que nos comprendan. Al no ser lo suficientemente claros, no podemos hablar con los lectores o llamarlos por teléfono para aclarar las confusiones, dudas o ambigüedades, porque la escritura tiene esa característica de ser producida con un destinatario ausente. 

   La escritura radica su importancia en la transmisión y la conservación de mensajes gracias a su sistema de representación gráfica. Por lo tanto, las cualidades y aspectos que he comentado, debemos ponerlos en práctica para la redacción de nuestros escritos, con el propósito de garantizar la comprensión de las ideas que deseamos transmitir. 

   Una buena redacción facilita la comunicación entre las personas. Nuestros escritos serán óptimos  en la medida que las ideas se entiendan rápido y posean una lectura ágil, ligera, fluida, que mantenga la atención del lector. Estas cualidades pueden lograrse tomando  en cuenta los siguientes consejos:

   Lee. Para escribir buenos textos necesitamos previamente conocer los ejemplos de los distintos géneros en los que puede encuadrar nuestra escritura, para seguir las particularidades de cada uno; además de que ayudará a ampliar nuestro vocabulario. Esto lo logramos a través de la lectura. Un buen ejercicio antes de comenzar a escribir es haber leído lo suficiente acerca del tema.

   Organiza las ideas. Primero debemos tener clara la idea que queremos transmitir para después centrarnos en los detalles. Una de las claves del periodismo y que podemos aplicar en nuestro proceso de escritura es usar las “6 W” (por las iniciales de las palabras en inglés), que en español son qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué. Estas preguntas podemos traspolarlas a nuestro proceso de escritura y considerarlas para que el mensaje que queremos plasmar sea completo.

   Usa palabras simples. Escribir con palabras rebuscadas no le aporta calidad a los textos; y al contrario, puede ser que los complique. Cuando se escribe debemos buscar ser entendido por todos, desde el presidente de un país hasta los hombres menos ilustrados. Lograr eso es mucho más efectivo que adornar el texto con palabras pomposas que no aportan ningún significado. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no se escribe de la misma manera en la que hablamos y que estos dos tipos de comunicación son distintos, por lo que conllevan normas también distintas. En cuanto a las palabras también debemos evitar repetirlas de forma excesiva: para esto podemos  apoyarnos en un diccionario.

   Separa los párrafos. En cuanto a la estructura del texto escrito, es importante considerar dos cuestiones: la primera es separar las ideas en párrafos, ya que escribir todo “corrido” lo hará ver “muy mal” y desde el aspecto visual, el lector se sentirá poco interesado en leerlo. Y la segunda consideración que debemos tener presente, en cuanto a la construcción de párrafos, es que éstos no sean demasiado extensos. Las frases cortas y el cuidado en la puntuación de frases más largas hacen que la idea se entienda mejor.

   Busca que tu texto sea atractivo. Claro que no se redacta igual un artículo científico que un artículo para una revista de humor por ejemplo. Pero sea cual sea el tema sobre el que estemos escribiendo, debemos procurar atrapar al lector y lograr que, sin perder la rigurosidad de lo que se está diciendo, el texto sea atractivo y no un preámbulo de la siesta.

   Un buen cierre. Con la escritura sucede lo mismo que con las buenas presentaciones orales: es necesario tener un buen final o de lo contrario el texto puede perderse en la nada. En tal sentido, debemos tener un final efectivo, ya sea que se trate de una conclusión, de una pregunta que abra un nuevo debate o de una reflexión. El final es la última impresión que se lleva el lector; y tanto como lo fue la primera, debe atraparlo para que recuerde nuestro texto o quiera volver a leerlo.

   Corrige. La corrección del texto, además de hacerla durante todo el proceso,  es lo último que haremos antes de publicarlo y es una de las etapas más importantes de la escritura. Lo más conveniente sería escribirlo con anticipación de manera que podamos darle un tiempo de reposo antes de volver a corregirlo, ya que la distancia ayudará a detectar los errores y hacer los cambios para lograr un mejor producto. Esta distancia entre el texto y el escritor puede durar unas horas o días.  Existen casos de grandes escritores que han llegado a estar años corrigiendo un libro antes de editarlo. Lo importante es que podamos revisarlo y si lo hacemos después de un tiempo de haberlo terminado, más efectivo será el trabajo de corrección de nuestro escrito.

   En este proceso de mejoramiento de la escritura se toma en cuenta la puntuación, la gramática y la ortografía. Revisar las veces que sea necesario. Leerlo y releerlo. Una buena estrategia para mejorar nuestro artículo es dárselo a un colega para que lo lea y nos dé sus impresiones acerca de la organización de las ideas y del mensaje en general. En suma, de lo que se trata es lograr una comunicación efectiva, atractiva y que dé muestras de nuestros atributos como escritores coherentes, respetuosos del fondo y de la forma del texto escrito.    

 


martes, 23 de marzo de 2021

Formación docente en competencias digitales

El desarrollo y avance vertiginoso de la tecnología, nos sitúa ante un paradigma de enseñanza que da lugar a nuevas metodologías y demanda una dinámica diferente por parte de los docentes, quienes debemos estar acorde con los retos que plantea el educar a la sociedad del siglo XXI y reorientar la labor educativa ante los desafíos de la actualidad.  Hoy no basta con transmitir conocimientos a modo de cátedra; educar exige que, como profesores, desarrollemos múltiples competencias junto con la capacidad para diseñar experiencias de aprendizajes significativas, en las que nuestros estudiantes sean el punto central de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, utilizar críticamente las TIC y organizar la propia formación a lo largo de toda nuestra praxis. 
Esta perspectiva acerca del uso de las tecnologías de la información y comunicación posee una fuerte repercusión tanto en la manera de entender la educación, así como en la formación de los profesionales docentes, debido a las nuevas aplicaciones y diversas funciones que poseen, por lo que muchos educadores coinciden en que las reformas educativas y la implementación de recursos tecnológicos tendrán éxito y podrán llegar a las aulas, si existe una adecuada formación en la materia y se cuenta con docentes comprometidos para este fin.
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) publicó en enero de 2008, los Estándares de Competencia en TIC para Docentes, en un documento que contiene las directrices de la UNESCO para que los docentes utilicen las tecnologías de la comunicación y la información (TIC) con miras a mejorar la educación.  El documento señalado contiene una interesante declaración acerca de la importancia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la formación y capacitación de las personas en general, destacando el papel que tiene la educación para hacer que las mismas formen parte de los conocimientos que deben adquirir los ciudadanos en este milenio. 
Un elemento importante es el planteamiento de llevar a cabo la incorporación del uso de las TIC dentro de los propios programas que existen en la carrera de formación de los docentes, es decir facilitar el conocimiento sobre las TIC, permitiendo conocer de ellas, aprender utilizándolas como recursos, pero además considerar el papel que tienen para crear o construir conocimientos, todo ello a la vez que se aprenden los contenidos de cada asignatura o curso.
Los Estándares de competencia en TIC para docentes ofrecen, un marco de referencia para que los distintos países, a través de las universidades, implementen líneas estratégicas de acción para la actualización y formación de los docentes; donde se consideren: las políticas educativas propias; el contexto político que permita hacer viable su ejecución; los niveles, modalidades y subsistemas que conforman el sistema educativo de cada país; la pedagogía, el Currículo y la evaluación de los aprendizajes; la organización y la administración de las instituciones educativas; el uso de las TIC, entre muchos otros aspectos.
En este contexto, las universidades formadoras de docentes al revisar los programas de estudio, deben considerar que, digitalmente hablando, un educador, de acuerdo con diversos estudios al respecto (Cabero, Duarte y Barroso, 1999; Majó y Marqués, 2002; Tejada, 1999), debe adquirir las siguientes competencias digitales:
-Tener una actitud positiva hacia las TIC, instrumento de nuestra cultura que conviene saber utilizar y aplicar en distintas actividades. 
-Conocer los usos de las TIC en el ámbito educativo y en su área de conocimiento. 
-Utilizar con destreza las TIC en sus actividades: editor de textos, correo electrónico y navegación por internet. 
-Adquirir el hábito de planificar el currículo integrando las TIC (como medio instrumental en el marco de las actividades propias de su área de conocimiento, como medio didáctico y como mediador para el desarrollo cognitivo). 
-Proponer actividades formativas a los educandos que consideren el uso de TIC y evaluar permanentemente el uso de las TIC.
En correspondencia con estas competencias digitales, también se mencionan los cinco pilares que todo docente debería tener en cuenta en su formación personal y profesional:
1. Informatización y alfabetización. En esta competencia intervendrían el saber identificar,  localizar,  recuperar, almacenar, organizar y analizar la información digital, evaluando su finalidad y relevancia.
2. Comunicación y elaboración. En esta competencia el docente debería saber comunicar en entornos digitales, compartir recursos a través de herramientas en línea, conectar y colaborar con otros a través de herramientas digitales, interactuar y participar en comunidades y redes.
3. Creación de contenido digital. Esta competencia trata de la creatividad; de saber crear y editar contenidos nuevos, integrar y reelaborar conocimientos y contenidos previos, realizar producciones artísticas, contenidos multimedia y programación informática, saber aplicar los derechos de propiedad intelectual y las licencias de uso.
4. Seguridad. Es otra competencia digital clave, que trata aspectos como la protección personal, protección de datos, protección de la identidad digital, uso seguro y razonable de la tecnología.
5. Resolución de problemas. Es una de las competencias que se enfoca, principalmente, en identificar necesidades y recursos digitales, tomar decisiones a la hora de elegir la herramienta digital apropiada, acorde a la finalidad o necesidad, resolver problemas conceptuales a través de medios digitales, resolver problemas técnicos.
En tal sentido, el dominio de las competencias digitales también exige un profundo conocimiento sobre las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC), entendidas como el conjunto de recursos, herramientas y programas que se utilizan para acceder, producir, editar y compartir información a través de diferentes soportes y en diferentes formatos (texto, imagen, sonido, etc.) y de forma ubicua, instantánea e interactiva.
Vista así, la formación del profesorado en TIC es una de las áreas prioritarias en la actual sociedad del conocimiento, al desempeñar un papel muy importante en las grandes líneas en las que se enmarcarán nuestros sistemas educativos en el nuevo siglo, que se centrarán en la innovación, la globalización, la ruptura de las fronteras culturales y lingüísticas, la movilidad virtual de los estudiantes, la emigración y la formación continua. En este panorama, la figura del profesor es crucial (Sánchez, Boix y Jurado, 2009), ya que estas herramientas permiten nuevas posibilidades, formatos y retos educativos.
Muchas veces incorporar nuevos recursos al aula y a la dinámica de enseñanza puede ser complicado. Sobre este particular; existen investigaciones que revelan que un gran número de docentes no tienen una actitud favorable hacia la tecnología; por ejemplo, Aznar, Fernández e Hinojo (2003) en su investigación diseñaron una escala Likert para estudiar las actitudes respecto a las TIC y manifestaron  que la actitud cerrada o negativa de los docentes es una de las principales razones por las que estos recursos no se aprovechan en el aula para el aprendizaje del educando ni tampoco en la gestión administrativa. Por eso, es imprescindible el diseño de propuestas de acompañamiento para no dejar solos a los profesores. Esta opción de formación continua tendría que  ofrecer un esquema de desarrollo gradual de competencias que comprenda:
-Una capacitación inicial que familiarice al docente en el reconocimiento y manejo básico del equipo de computación y los distintos dispositivos tecnológicos que puede utilizar en las aulas, así como en el conocimiento y manejo de la plataforma institucional, sus principales herramientas y la identificación de los materiales educativos digitales.
-La formación constante del profesor, con una diversidad de propuestas de formación que lo llevarán a reflexionar sobre el uso de las TIC en el ámbito educativo y a utilizarla de forma creativa.
-El acompañamiento docente con asesoría tecnológica y pedagógica; para ayudarlos en el perfeccionamiento de sus prácticas pedagógicas para la adquisición de habilidades digitales en el aula, así como fomentar el desarrollo de profesores críticos y propositivos que transformen su praxis docente.
Como ha podido constatarse, la formación digital de los docentes se ha convertido en una necesidad educativa prioritaria, por tanto es necesario: (a) ampliar la cobertura y oferta educativa, a través de diversas áreas de conocimiento; (b) fortalecer el sistema educativo en las modalidades presencial, virtual y a distancia mediante el acceso a contenidos y recursos en línea; (c) dotar a las instituciones de las infraestructuras y tecnologías necesarias; (d) rediseñar los planes de estudio con el fin de incorporar a las TIC como elemento de formación esencial; (e)  promover estrategias para que más personas puedan adquirir equipos y dispositivos a ser utilizados en el ámbito educativo; especialmente, deberían crearse directrices y políticas educativas que permitan dotar a los docentes y estudiantes de estos importantes equipos de tecnologías y comunicación con miras al desarrollo de situaciones didácticas y de aprendizaje susceptibles de apoyarse en las TIC para garantizar la formación de los ciudadanos en espacios virtuales apropiados.
Para finalizar, comparto con ustedes la etimología de la palabra competencia; del griego ‘agón’ que significa “ir al encuentro de”. Y en su acepción latina esta palabra deriva de ‘competere’ que significa “pertenecer”, “comprometerse a algo”, “buscar o pretender algo”, “hacerse responsable de algo”. En este sentido, la palabra competencia comprende una clara actitud proactiva, de desafío, y también de responsabilidad.  Y es precisamente desde nuestra responsabilidad docente que debemos construir nuestra competencia digital para dar lo mejor de nosotros en los ambientes de aprendizaje, con la finalidad de que nuestros estudiantes también aprendan a manejar correctamente la información, socializar responsablemente, crear y recrear respetando la propiedad intelectual, ser conscientes de los peligros de la red y tomar las precauciones para un uso seguro de la tecnología. Todo ello, tomando en consideración que el desarrollo de las Competencias Digitales es crucial para promover el progreso de las generaciones presentes y futuras. Y para este propósito, el papel del docente es primordial y determinante.

Referencias

Aznar, I., Fernández, F. e Hinojo, F. (2003). Formación docente y TIC: elaboración de un instrumento de evaluación de actitudes profesionales. Revista Etic@net. [Documento en línea. Disponible http://www.ugr.es/~sevimeco/revistaeticanet/Numero2/Articulos /ActitudesFormaciondocenteenTIC

Cabero, J., Duarte, A. y Barroso, J. (1999). La formación y el perfeccionamiento del profesorado en nuevas tecnologías: retos hacia el futuro. En J. Ferrés y P. Marqués (coords.). Comunicación educativa y nuevas tecnologías. Barcelona: Praxis.

Majó, J. y Marques, P. (2002). La revolución educativa en la era Internet. Barcelona: CissPraxis

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (2008). Estándares de Competencia en TIC para docentes. http://www.unesco.org/new/ /Competencias-estandares-TIC.

Sánchez, A., Boix, J. y Jurado, J. (2009). La sociedad del conocimiento y las tics: una inmejorable oportunidad para el cambio docente. Píxel Bit, 34, 174-204. 


miércoles, 13 de enero de 2021

Escribir en tiempos de crisis

Cuando se menciona la palabra crisis, algunas personas reviven situaciones que los han llevado a sucumbir o a desesperanzarse;  no obstante, debemos afirmar que los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades, y debemos reaccionar ante las adversidades con resiliencia. Un aspecto importante para lograr descubrir y aprovechar las oportunidades, es saber lo que se quiere o aquello que se pretende obtener realmente y con exactitud. Algo que parece tan sencillo es realmente más complejo. Es preciso que el objetivo esté claramente construido en la mente, visualizado con claridad y concreción, haciendo una recreación mental de la situación esperada con todos los elementos presentes; asimismo, teniendo bien asumido lo que se pretende obtener, el esfuerzo que se está dispuesto a realizar y lo que estamos dispuestos a perder, sacrificar o renunciar en este proceso.

Cuando todos los pasos se realizan correctamente favorece la consecución del objetivo; el hecho de que el individuo realmente tenga emociones positivas al pensar en la consecución del mismo y en cada logro parcial hacia el objetivo, va retroalimentando la motivación por conseguirlo mediante la vivencia de cargas emocionales positivas.  Si todo este  proceso no se realiza adecuadamente y está perfectamente bien asumido, las estrategias mentales no se van a diseñar correctamente a pesar de que sepamos construirlas.

Igualmente, es preciso poner a trabajar de forma adecuada el “simulador mental” donde a través de visualizaciones, fabricamos una proyección mental del futuro, de aquello que pensamos que va a suceder y que va a servirnos para buscar los recursos personales y elaborar los pasos a seguir, la manera de hacerlo, cómo prever posibles dificultades o contratiempos y estar preparado para afrontarlos si llega el momento. 

Es en este punto donde la escritura viene a jugar un papel terapéutico crucial, que permitirá exteriorizar nuestras emociones, desahogarnos, aclarar nuestros sentimientos o nuestras dudas, animarnos, conocernos mejor e incluso ayudarnos a tomar alguna decisión. El secreto de esta técnica apoyada en la escritura emocional radica en que nos permite darle un sentido a lo que estamos viviendo. Cuando escribimos, no solo logramos asimilar la experiencia, sino que también la despojamos de su huella negativa y logramos adoptar una perspectiva más objetiva y racional. Por tanto, escribir expresando nuestras emociones nos ayudará a desarrollar una actitud más resiliente.

La escritora Diana Morales propone algunas ideas de cómo podemos utilizar la escritura como una herramienta terapéutica. Entre ellas, menciona: “La carta para superar conflictos”; la cual consiste en sacar a la luz lo que sentimos, vivirlo plenamente, descubrir qué puede haber detrás  de un gran enfado con la otra persona e incluso perdonar. Todo este trabajo es personal. No se pretende que esta carta se lea a nadie, sino simplemente que nos sirva de ejercicio emocional. Después se puede guardar, romper o quemar. Esta carta la debemos escribir preferiblemente a mano, a esa persona con la que tengamos un conflicto. Pero, siguiendo un orden:

–Primero, le cuentas a esa persona por qué estás enfadado(a). Deja salir toda tu ira, si tienes que decir palabras soeces, hazlo. Cuanto más te sueltes, mejor.

–Segundo, haz lo mismo, pero ahora cuéntale qué es lo que te causa tristeza de esta situación, lo que te hace sentir mal o te ha hecho daño. Aquí ya no se trata de acusar, sino de mirar dentro de ti.

–Tercero, tendríamos el mismo proceso, pero ahora se trata de contarle los miedos que tienes. Qué es lo que te causa temor de esta situación.

–Cuarto, otro párrafo al menos, en este caso dedicado al arrepentimiento. Incluso en las mejores discusiones o conflictos podemos sentir que hemos  dicho algo que no debíamos; o al contrario, que quizá pudimos haber dicho o hecho algo de otra forma. Déjalo salir.

-Por último, los párrafos finales se destinarían al amor. Cuenta aquello que aprecias de la otra persona, lo que te hace o te ha hecho feliz. Aquello por lo que le estás agradecida(o). Esta carta puede ser muy poderosa y hacer aflorar sentimientos que no sabías que tenías dentro de ti, y eso siempre es de ayuda. El objetivo es aclarar y descubrir nuestras emociones, y liberarlas para intentar solucionar un conflicto, que puede ser personal o con otra persona.

Otro de los ejercicios de escritura que recomienda la escritora es la  “Lista de agradecimientos”. En éste debemos escribir una lista de, al menos, 30 cosas por las que estemos agradecidos. Se puede perfectamente, ya que podemos dar las gracias por muchísimas cosas. Desde porque nuestros padres nos dieran a luz, hasta por el día tan bonito que hace, o dar las gracias por la presencia de una persona en nuestras vidas que siempre está ahí para nosotros, o por la salud, o por la naturaleza, en fin, por muchísimas cosas. La idea de este ejercicio es centrarse en lo positivo que disfrutamos en nuestras vidas para disfrutarlo más. Una variante es escribir tres cosas por las que te sientes agradecido cada noche en una libreta.

De igual manera, con otra técnica, la escritora invita a “Escribir la vida que quieres”. En este ejercicio se trata de describir la vida que deseas en el futuro, con todo detalle y con todos sus éxitos. Se trata de describir tu vida ideal, tanto laboral, como amorosa, salud, familia, incluso la casa en la que vivirás, los éxitos que aspiras. Cuanto más concreto, mejor. Algunos creen  que es mejor escribirla en presente, como si ya la estuvieras viviendo, y sentirlo así. Y parte de la técnica es repetir la escritura de esta vida ideal muchas veces, para fijarla en la mente y atraerla hacia nosotros.

Estos ejercicios de escritura nos permitirán afrontar situaciones molestas, miedos, apegos y bloqueos, y especialmente, coadyuvarán en la visualización creativa, motivadora y positiva de nuestras vidas. La escritura es poderosa y puede ser utilizada como una herramienta terapéutica. Conocer y gestionar adecuadamente todos los procesos cerebrales de forma individual, así como manejar adecuadamente las relaciones en todos los ámbitos van a ser determinantes para identificar y aprovechar las oportunidades; y sobre todo, en tiempos de crisis donde es necesaria la clarividencia y perspectiva ante las situaciones, la escritura es de gran ayuda para poner en marcha cualquier proyecto de vida. Recordando siempre que el pasado no podemos cambiarlo, pero lo que es evidente es que hoy escribimos las líneas  de nuestro futuro.