Estaba por graduarme de Bachiller y tenía la ilusión de estudiar en la Universidad para ser Aeromoza; porque, de ese modo, iba a poder viajar por el mundo y aprender distintos idiomas. No obstante, sabía que mis padres no iban a poder costear mis estudios, por eso, me bajé de esa nube y aterricé de forma segura, observando las posibilidades reales de estudiar en mi localidad. Fue así como culminé mi bachillerato en modalidad Parasistemas, lo que me permitió hacer un curso de Secretariado Ejecutivo en el INCE, con el fin de trabajar e iniciar una carrera universitaria. Para la fecha, tenía la opción de la Universidad Nacional Abierta, estudiaría ahí la Licenciatura en Lengua y Literatura, no me gustaba mucho la idea del sistema de estudios UNA, pero era la carrera que me llamaba la atención.
Un maravilloso día, escuché que, efectivamente, la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos, venía para Calabozo con las Licenciaturas en Educación Integral y en Educación Mención Computación. Con esta espectacular noticia, emprendí la misión para reunir los recaudos y estudiar en esa institución. Llegó el día de la prueba de admisión, que comprendía evaluación del conocimiento, entrevistas y valoraciones médico-psicológicas; donde nos examinaron hasta la manera de caminar, la ubicación visoespacial y las expectativas iniciales respecto a la carrera. Gracias a Dios, todo esto me salió muy bien; pero, me faltaba un requisito importante: la constancia de la OPSU.
Llegué a casa con sentimientos encontrados, el listado lo iban a publicar, éramos más de 300 aspirantes… Por las noches, en mis oraciones, le rogaba a Dios para que me ayudara a quedar dentro de los seleccionados… Me enteré que habían publicado el listado y que estaba en Radio Los Llanos, pero no sabían si yo estaba en ese listado, porque era por números de cédulas de identidad y la persona que me dijo no sabía mi número de cédula. Salí de mi trabajo en Seguros La Seguridad, donde me desempeñaba como Aprendiz-Ince; no recuerdo cómo llegué…, lo que si recuerdo es ese listado de 100 números de cédula que estaba en una cartelera colgada en la sala de espera de la mencionada estación radial. Empiezo a buscarme y me encuentro, lo vuelo a revisar, veía número a número: sí, sí estoy, sí quedé…, la emoción era indescriptible… Me inscribí y en mi carpeta colocaron una Nota: Inscrita de manera condicional. Esto debido a que no tenía la Prueba de Aptitud Académica y debía presentarla en cuanto la Opsu hiciera el llamado. Así lo hice.
Mi primer día de clases fue excepcional. Unas instalaciones muy bonitas, todo nuevo, impecable, salones con aire acondicionado y una linda ornamentación de los espacios. Quedé en la sección 1 de Educación Integral. Éramos 25 en cada sección e iniciamos 4 secciones: dos de Educación Integral y dos de Educación Mención Computación, quienes nos convertimos en los estudiantes fundadores de la UNERG-Núcleo Calabozo.
El horario muy exigente. Con horas de 60 minutos. Entrábamos a la una de la tarde y, algunos días, salíamos a las once de la noche. En ese entonces, no teníamos comedor ni transporte universitario; pero, estábamos felices y a la hora exacta tanto estudiantes como profesores, con todas las ganas de aprender y de enseñar.
Los profesores extremadamente puntuales y organizados. Parecía que fueron elegidos por un programa computarizado o sacados en serie. Muy diversos, pero con formación sólida en conocimientos y ética profesional. Yo los veía como un equipo profesoral unido y que inspiraba respeto. Además, si alguno se salía del molde, ahí estaba la Decana para decirle sus verdades y exigirle cordura. Mi respeto, cariño y alta estima para Cecilia Requena (Decana), Francisca de Celaya, Adelfo Morillo, Ike Matos, Agustín Villalobos, María Elena Peña, María Fátima De Ponte, José Aquino, Fernando Valdés, José Manzano, Gerardo Carrasquel, Carlos Villanueva, José Rivas, Eddys Corniel (+), Jairo Rivero (+); profesores fundadores del Área Ciencias de la Educación.
Los estudiantes formamos equipos de trabajo dentro del aula y equipos de diversión cuando buscábamos los momentos para distraernos. Teníamos de todo: mujeres con hijos, con esposos, las que ya se desempeñaban como maestras, jóvenes solteras, deportistas, cantantes, los que consiguieron su media naranja en el salón, los peleones, los pacíficos… Pero, al final, cuando nos encomendaban una tarea nos uníamos y dábamos “el todo por el todo” para salir airosos, para hacerlo bien y para que el resultado redundara en beneficio académico e institucional; porque se trataba de la UNERG y no de una persona en particular.
Bajo la premisa de representación institucional nació la idea de organizar el Protocolo Universitario. Hacíamos y participábamos en actos y ceremonias diversas, donde acudían invitados y nos visitaban personalidades de otras instituciones, lo que hizo necesario que nos constituyéramos en un equipo anfitrión que cooperara con el cumplimiento de normas diplomáticas. Me hice parte del Protocolo de la Universidad, desde sus inicios hasta después de egresada. Esta participación, me permitió el impulso de habilidades de liderazgo, organización, trabajo en equipo y la satisfacción de la labor cumplida. Escuchar esas palabras mágicas: el evento les quedó muy bien, excelente atención, buena organización, hagan más actos como este…
Un momento memorable y muy desafiante mientras forme parte del Protocolo Universitario, fue la primera vez que me correspondió ser moderadora de un Acto Solemne de Grado. Ese día, llegamos como corresponde a los integrantes del protocolo: llegar antes y salir después de finalizado el evento; organizamos a los graduandos, a los familiares y teníamos todo listo para recibir a la autoridades, cuando la profesora que coordinaba el protocolo se me acerca y me dice que el moderador no vino, que lo hiciera yo, que “yo lo hacía muy bien”, (dándome ánimo…), realmente no podía negarme, teníamos todo listo: el guion protocolar, el auditorio organizado, las autoridades presentes, solo faltaba el Maestro de Ceremonia. Así que llevé a cabo el ceremonial de estilo, con los nervios a millón pero controlados. A partir de ahí vinieron muchos otros actos académicos con mi persona como Maestra de Ceremonia.
Otro evento que influyo en mi trayectoria académica y personal fue el certamen de la Reina Unergista, aunque parezca trivial, sí marcó mi vida. Era febrero del año 1994, Calabozo está estrenando universidad, por lo que, esta institución debe tener su embajadora de la belleza, como tradicionalmente se hacía cercanas las fechas de carnaval. Así que las profesoras hacen el llamado para que cada sección elija su candidata. Cuando mis compañeros me dijeron para que los representara, yo les dije que no podía porque no contaba con los recursos económicos para cubrir vestuario, calzado y peluquería; pero cada vez que yo les decía que no tenía algo, alguna de las chicas decía: yo te lo presto, yo lo tengo, nosotros colaboramos contigo…, por lo que no me quedó otra opción que aceptar; además, Educación Integral no podía estar sin candidata, ya que de la sección 2, ninguna quiso participar. Mi barra fue contundente, eran dos secciones; mientras que por Educación Mención Computación, en una sección la representante fue Amarilis Espinoza y, en el otra, Eva Rojas.
De esta manera, comenzó esta grandiosa aventura de mi reinado… Acompañaba a la Decana para cuanto evento social, diplomático, deportivo o cultural, donde se requería mi presencia. Era una imagen y formé parte de la difusión que requería la universidad para dar a conocer su nueva sede. Participé, en representación del Área Ciencias de la Educación, en un certamen universitario central realizado en San Juan de los Morros, obteniendo el título de Miss Elegancia; en el Festival del Arroz y del Pato Güirirí quedé electa como reina; y, en las Ferias del Municipio Francisco de Miranda, obtuve la banda de cuarta finalista.
Esta experiencia me llevó a participar en actividades dentro y fuera de la universidad, constituyendo parte importante del bagaje complementario de mi formación integral. Recuerdo cuando nos tocó competir en unos juegos interáreas en la sede central, en la ciudad de San Juan de los Morros; yo no jugaba ni metras…, pero teníamos un equipazo de bolas criollas femenino que arrasó con todos. Como era la reina, tuve mi puesto asegurado para viajar y disfrutar de estos y muchos encuentros deportivos y culturales. Puedo decir que, nunca pensé quedar electa, pero agradezco a Dios, a mis compañeros y profesores que siempre creyeron en mí, lo que me permitió el fortalecimiento de mi espíritu y de mi autovaloración.
Este reinado no finalizó aquí… A pocos meses de habernos graduado, recibo la llamada de mi Tutor, Prof. Adelfo Morillo, para informarme que en Consejo de Área habían aprobado darle la oportunidad de ingresar a la universidad, como generación de relevo, a los seis primeros índices académicos de la I Promoción de Licenciados. Esta noticia inimaginable, increíble, majestuosa, una emoción que no me dejó dormir de la alegría ¿Te imaginas? Dar clases en mi alma mater… Pero eso no es así tan sencillo, no crean que íbamos a dar clases sin planificar y sin ser supervisados, tendríamos un tutor…, pues sí (recuerden que les dije que estos profesores eran excepcionales). Lo mejor que nos pudo pasar, no estábamos a la deriva… Es más…, guapos y apoyados…
Ser llamada para dar clases en mi universidad, en donde me formé, es un hito importante que refleja el reconocimiento dentro de la institución y la oportunidad de retribuir parte de lo adquirido. Emoción y gratitud que sentí al recibir esa llamada. Agradecimiento eterno a las autoridades, a mis profesores unergistas. Más de veinte años desempeñándome como profesora unergista, con el compromiso y el amor hacia mi carrera, esos aspectos que fueron avivados, acondicionados y estimulados por mis docentes, por mis compañeros y, ahora, por mis estudiantes; cada regalo que Dios me envió, me ayudaron a evolucionar y crecer en mi rol de docente así como en la comprensión de la educación en sus distintos ámbitos. Todavía creo en la Reina Unergista y en este maravilloso castillo donde se me ha permitido reinar, que está arribando a su trigésimo aniversario… Celebro ser parte de la UNERG… ¡Felicidades unergistas!