miércoles, 12 de enero de 2011

Un sueño indeseable…

Elektra es una joven muy bella, esbelta y locuaz, que vive en la localidad del Kairos. Todos los días, en la mañana, se levanta, con buen ánimo, de su cama electrónica, la cual se activa a través de la voz. Lo que le permite levantarse después de un reconfortable masaje.
Su robots doméstico es atraído por medio de los implantes electrónicos que Elektra  posee en el cerebro, lo que le proporciona una interfaz directa con las computadoras, las comunicaciones y las aplicaciones basadas en Internet. Además,  estos implantes son capaces de grabar lo que ella ve y oye, en el momento que se requiera. De este modo, su robots se acerca hasta la habitación con el desayuno y le alista el vestuario de ese día, que es preparado según la preferencia de la chica, quien emite sus órdenes electrónicamente.
            Elektra se coloca su reloj-computadora y, además, lleva sus lentes visualizadores retinales  junto con la fuente auditiva para telecomunicarse con sus amigas en un diálogo bidireccional perfecto. Todas las transacciones las puede hacer desde su casa, pero prefiere salir a respirar aire fresco y para disfrutar de su vehículo inteligente con microalerones, que le dan un  desplazamiento espectacular, ya que las carreteras tienen sistemas de conducción automatizados, que son especie de redes de dispositivos de monitorización y comunicación para controlar a los automóviles, de forma segura,  por medio de computadoras. Además, activa la música de su gusto proyectando su voz, cual cantante de alto ranking.
           Al llegar al Centro Comercial Tridimetion, un lugar fascinante y controlado por ordenadores, se encuentra con Sasheira, una cyber-amiga, que conoció en el curso informático pasado. Después de saludarla, le comenta el sueño o, mejor dicho pesadilla, que había sufrido esa noche. Fue un sueño aterrador, que la llevó a una ciudad donde apenas algunas personas tenían unas computadoras tan grandes y con cables por todos lados, igualmente, la conexión a Internet era casi un imposible. Además, las personas tenían que aprender a manejar sus vehículos por unas calles deterioradas y  sucias. Para comunicarse a distancia, usaban unos teléfonos tan incómodos e ineficaces. Y lo peor de todo, tener un robot significaba atentar contra la humanidad. ¡Puedes creer eso! Para obtener mayor credibilidad, le prestó a la amiga sus lentes visualizadores retinales  junto con la fuente auditiva y le mostró la grabación del sueño. Situación que llevó a Sasheira a sentir el sueño, de manera tan real, que celebró la fortuna de que fuera sólo una pesadilla y de que, afortunadamente, vivían en una ciudad tecnológicamente organizada e inteligentemente controlada a través de la informática.

1 comentario:

  1. Aquí Carlos M. Colmenares, de la sección #1 de Ing. En sistemas

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