El estudio y conocimiento de la lengua en la historia ha generado muchas tendencias que van desde los antiguos enfoques, que planteaban un riguroso esquema de aprendizaje de normas de la gramática tradicional, hasta la concepción de la lingüística textual que propone el análisis del discurso a partir de tres dimensiones: (a) el uso del lenguaje, (b) la comunicación de creencias (cognición) y (c) la interacción en situaciones de índole social (contexto). Luego de un proceso de reflexión y análisis de diversas lecturas, en este capítulo se hace referencia en primer lugar, a los aportes iniciales presentados en relación con el estudio y conocimiento de la lengua y, en segundo lugar, a diversas definiciones de la teoría de la lingüística textual.
Precedentes de la Lingüística del Texto
Existen autores que convergen en especificar a la retórica como antecedente del estudio del texto. Van Dijk (1983) afirma que: “Podemos considerar la retórica como un precedente histórico de la ciencia del texto si nos fijamos en la orientación general de la retórica clásica, consistentes en la descripción de los textos y de sus funciones específicas” (p. 19). La retórica, precisada como el arte de hablar, desde la antigüedad clásica define las reglas que rigen toda composición o discurso en prosa y se ocupa de los principios fundamentales que tienen que ver con la estructura y explicación del discurso. A partir de estas premisas se establece la relación que tiene la retórica como doctrina que antecede al estudio textual.
Barthes (1982) estima que: “El poder de la elocuencia que demuestran Néstor, Odiseo y Aquiles en la Ilíada llevó a muchos griegos a considerar a Homero como el padre de la retórica” (p. 20). A Homero le sigue un grupo denominado “sofistas” que realizó un estudio de la lengua con el propósito de hacer que los hombres hablasen mejor según las reglas del arte. En esta época se destacan reconocidos filósofos como Platón. Perelman (1997) reseña: “Platón atacaba a los sofistas y a los maestros de la retórica porque estaban más preocupados por halagar a sus auditores que de enseñar la verdad, tan querida por Sócrates” (p. 9). El mencionado filósofo satirizó el tratamiento más técnico de la retórica haciendo hincapié en la persuasión como técnica de elocuencia para expresar la verdad. Por su parte, Aristóteles definió la función retórica sustentándola en el descubrimiento de todos los medios posibles del razonamiento persuasivo y ordenado de la verdad; consideraba a la retórica como arte, práctica y destreza hermanada con la lógica.
A lo largo de la historia lingüística se conocen diferentes disciplinas científicas que se dedicaron, entre otras cosas, a la descripción de textos. Es así como la Retórica conforma con la Gramática y la Dialéctica , el Trivium de las disciplinas preliminares que se impartían en las universidades medievales. Sin embargo, es la retórica la doctrina considerada como uno de los principales antecedentes del estudio del texto. En el período medieval, Barthes (1982) destaca lo siguiente:
Las principales autoridades medievales en retórica fueron tres estudiosos romanos de los siglos V, VI y VII: Marciano Capella, autor de la boda de Mercurio y Filología,[…] Flavio Casiodoro, historiador y fundador de monasterios,[…] e Isidoro de Sevilla, arzobispo español autor de las Etimologías, una obra enciclopédica que reúne la erudición del mundo antiguo (p. 23).
Más adelante, durante el renacimiento, el estudio de la retórica se sustentaba en obras de escritores como: Cicerón, Quintiliano y Aristóteles, cuya poética se difundió desde finales del siglo XV hasta el XVII. De allí que los manuales de retórica, escritos casi todos en latín, se convirtieran en guías para escribir bien, para construir versos y para expresar elocuencia. De esta forma, la retórica se convierte en una disciplina del pensamiento y del lenguaje. Petöfi y García Berrio, citados por Bernárdez (1982, p. 22), sostienen que: “La moderna lingüística del texto se ha encontrado ya con una larga tradición de análisis. Olvidadas pero no superadas, es preciso contar siempre con las enseñanzas de la Retórica ”. En este sentido, se destaca la importancia de los aportes que presenta la retórica a la lingüística textual, ya que ésta surge de la necesidad por el estudio del texto y se desarrolla con la intención de crear una disciplina independiente que diera una respuesta descriptiva al texto en un ámbito global. Van Dijk (1983) reseña:
Desde la Antigüedad Clásica se conocen la poética y la retórica, que se ocupaban de las estructuras especiales y de las funciones estéticas o persuasivas de los textos literarios o los discursos, como hoy en día lo hacen la estilística y los estudios literarios. También la teología y la jurisprudencia emplean tipos de textos especiales, que en ambos casos requieren una “exégesis”. (p. 9)
Por consiguiente, cada una de estas disciplinas otorga una explicación particular y específica a diferentes tipos de discursos desde el ámbito donde son producidos. La retórica se ocupa, básicamente, de cómo se produce y procesa un texto en la interacción comunicativa haciendo un representativo énfasis en la función persuasiva del lenguaje.
Beaugrande y Dressler (1997) explican: “La retórica es la forma más antigua de preocupación textual. Su origen se remonta a la Grecia antigua y su historia se extiende por la época latina y, a través de la Edad Media , llega hasta nuestros días” (p. 50). Los retóricos eran oradores entrenados para elocucionar ante un auditorio. Las tareas fundamentales de investigación retórica se sustentan en: la inventio (selección de ideas), la dispositio (organización de las ideas), la elocutio (expresiones apropiadas para exponer las ideas) y la memoria previa a la deliberatio (situación efectiva del habla).
Los autores antes mencionados plantean que la retórica mantiene algunos intereses en común con la lingüística del texto entre los que se destacan:
Mediante un entrenamiento consciente puede mejorarse el paso que media entre las ideas y su expresión lingüística […] puede emitirse juicios sobre los textos según el efecto que provoquen sobre la audiencia concreta de receptores; y el texto es un instrumento de interacción comunicativa (p. 50).
Ciertamente, en este planteamiento, el discurso se construye con intencionalidad, para causar en efecto ante el público, la relación entre lingüística textual y retórica la establece el carácter funcional y pragmático. De este modo, la interacción comunicativa es analizada como producción, proceso y recepción de ideas. Sin embargo, es evidente la existencia del vacío de la retórica al momento de dar respuesta en relación con las estructuras construidas a través de operaciones intencionadas de selección y las repercusiones que las mismas ocasionan en la interacción comunicativa, es aquí donde la lingüística textual tiene su particular repercusión.
De la mano con la retórica, existe otra disciplina que también ha sido determinante por su preocupación del texto en conjunto: la estilística. Su influencia es ejercida por el estudio literario, debido a que para conocer y estudiar estilísticamente una obra es preciso fijarse en su organización completa, analizar el contenido del texto como un todo en unidad. La estilística analiza la obra literaria atendiendo al proceso creador del autor, desde la elección del tema, su desarrollo y estructura. En consecuencia, define tanto el estilo, como el modo de escritura peculiar de un escritor, y el género literario de una obra.
Desde la antigüedad, el conjunto de los procedimientos del estilo constituye el objeto de la estilística. La llamada teoría de los tres estilos prescribe la utilización de cada uno de ellos en función del género utilizado. Según el tipo de obra, el autor puede optar por un estilo bajo, medio o sublime; cada uno de los cuales está definido por una sintaxis y un vocabulario particular, también de acuerdo a cada género se especifican: personajes, ambiente, tipos de situación, entre otros. En síntesis, el estilo es el resultado de una determinada elección entre variadas opciones que se efectúan en el transcurso de la producción textual.
Al igual que la retórica, la estilística identifica cuatro cualidades discursivas: corrección, claridad, elegancia y adecuación. Las tres primeras dependen de la conformidad con respecto al uso prestigioso de la lengua, mientras que la adecuación se puede definir en términos presumiblemente similares a la noción textual, es decir, la conformación del discurso se realizará de acuerdo a las características de la audiencia. Estas nociones mantienen relación con los principios textuales, pero resultan limitantes para descubrir el tipo de elecciones utilizadas en la producción textual, específicamente, en aspectos como la secuencialidad, la selección de reglas y la justificación al elegir una determinada estructura.
Para Van Dijk (2000): “el estilo es habitualmente una variación dependiente del contexto del nivel de expresión del discurso.”(p. 35). Esto significa que el escritor, para exponer un tema, selecciona el tipo de discurso que utilizará dentro de una variedad de géneros; por ejemplo: ante un suceso social, el relato puede presentarse como un artículo periodístico, propaganda o cuento. En consecuencia, la estilística y la lingüística del texto convergen y se interrelacionan, primordialmente, en el estudio de las variaciones discursivas que ocurren en función del contexto.
Aunado a la retórica y a la estilística, los estudios literarios se han limitado al análisis de un restringido tipo de texto con características específicas. Beaugrande y Dressler (1997) hacen referencia al hecho de que:
Los especialistas en literatura se han embarcado en diversas ocasiones en tareas como las siguientes: a) describir los procesos y los resultados de la producción textual de un autor[…] b) descubrir algunos aspectos problemáticos o discutibles que aparecen en los textos; c) asignar valores a los textos. (pp. 53-54)
En un intento por complementar estas tareas de la forma más sistemática y objetiva los estudios lingüísticos han generado la creación de nuevos aportes para desarrollar el análisis literario. Los estudios literarios tienen como objeto de investigación la Literatura , expresada en obras de creación poética, dramática, lírica y estética, situación que excluye a una diversidad de tipología textual. Es posible afirmar que la lingüística del texto ha resultado la teoría particular que tiene como propósito ir más allá de la estructura y características, para dar respuestas a cómo y por qué se conforman y utilizan los textos.
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