viernes, 24 de junio de 2011

Cultura Vs Época

Los elementos que integran la cultura son creaciones hechas por el hombre dentro de su quehacer en un grupo social donde las creencias, la economía, la política, la técnica, las costumbres, el arte, el folklore y otros componentes similares, dan como resultado la idiosincrasia de un pueblo, es decir, todo aquello que ha influido de manera significativa en el proceso de formación individual y en el de la comunidad local, regional, nacional y universal.
Buena parte de esta cultura la conforman dentro de las que generalmente se encuentran las manifestaciones folclóricas y religiosas, Estas se manifiestan en el tiempo como patrimonio común de un pueblo, por ser trasmitido de manera continua, a través de un proceso de aprendizaje espontáneo en la convivencia de una comunidad que empíricamente adopta un conocimiento del cual no sabe su origen, pero que acepta y casi siempre sigue transmitiendo, convirtiéndolo en hecho colectivo, como un patrimonio compartido por todos los miembros de una comunidad. 
Estas costumbres y tradiciones, en nuestro caso, no son netamente originarias, pues son producto de la estrecha vinculación de las culturas indígena, española y africana y que en la actualidad se relacionan dinámicamente con la globalidad de los pueblos que conforman el mundo. Los aborígenes venezolanos,  fueron interceptados en sus costumbres, y obligados a adoptar las de los colonizadores y a aceptar las del negro esclavo. De ahí la variedad de tradiciones según la zona: el uso de instrumentos musicales, el culto a los santos, la variedad gastronómica, atuendos y normas propias de cada lugar.
Los caracteres enumerados están estrechamente relacionados con lo que para algunos constituye la herencia histórica, sin embargo, "no se trata de un proceso simple de agregación, de sumatoria de rasgos o de bienes culturales, sino de reactualización de los mismos y de incorporación de los nuevos. Existen hechos que pueden trascender las fronteras de una región o nación y hacerse del dominio Universal. Esto lo lleva a ser parte de la cultura general que va internalizándose en el ser humano desde temprana edad, y su práctica constante pasa a ser parte de la formación cultural de cada persona. En tal sentido, González (1991), enuncia: “lo cultural está constituido por las representaciones y valores que una sociedad se hace de sí misma” (p.74) vale decir, que por ser la cultura creación humana, es susceptible de ser aprendida, trasmitida y asumida, hasta darle un significado espiritual que se convierte en razón de vida para que el alumno se sienta partícipe del proceso histórico.
En tal sentido, los estudios sobre la cultura popular tradicional en Venezuela  han estado marcados; por el concepto de folklore, término que propone en 1846 William Thoms en el ámbito de los estudiosos y aficionados a las "antigüedades", tan de moda desde comienzos del siglo XVIII. Este concepto es entendido de diferentes formas según los autores, las épocas, las tendencias, y ha tenido dificultades para encontrar su objeto de estudio y su especificidad como "ciencia" entre los estudios literarios, musicales, la arqueología, la sociología y la antropología.
Una constante entre los folklorólogos, entre estos Sevilla (1990), Alonso (1966), y Duran (1980), que a pesar de sus diferencias, es su concepción apocalíptica de la cultura popular frente a la modernización de la sociedad: se están acabando las tradiciones bajo la locomotora implacable del progreso, por eso hay que recogerlas, fotografiarlas, filmarlas y grabarlas. La cultura popular tradicional no es actual, es una “supervivencia” del pasado, una especie de fósil viviente que hay que proteger y exhibir en esos “zoológicos culturales” que son los festivales folklóricos, los museos y los centros de documentación.
Los proyectos folkloristas se ligan desde un comienzo a proyectos nacionalistas, en el folklore, en ese pasado idealizado, embalsamado y consagrado por la autoridad del folklorista, está la esencia de la identidad nacional. La cultura popular tradicional se “cosifica”, se “objetualiza” en el museo o en el libro. Se abre, entonces, la casuística, la enumeración de “rasgos auténticos”, las bases para los concursos y festivales “folklóricos” con el fin de preservar la “pureza” de las “expresiones folklóricas”. Cuestionar, interrogar el concepto de folklore y las elaboraciones que de la cultura tradicional han hecho los folkloristas bajo ese mismo nombre, es herir la sensibilidad popular, es negar la identidad, las raíces, los valores “propios” de la cultura venezolana.
Al mismo tiempo, los festivales y concursos folklóricos se organizan a partir de estos “manuales” del folklore. Es decir, que la música viva y las expresiones populares se reglamentaron a partir de investigaciones muy deficientes y que no dan cuenta de la complejidad y de los procesos de la música popular tradicional en el país. Se reglamenta el vestido "típico", la coreografía, la instrumentación, se adoptan versiones "oficiales" de melodías anónimas o se  dan encendidos debates sobre la mayor "autenticidad" de una versión con respecto a otra. Esto genera un proceso de uniformización de la cultura popular en todo el país, cercenando su creatividad,  condenando y negando su diversidad y dinamismo. La omnipresencia de estos textos es prácticamente total, no sólo por lo señalado anteriormente sino porque entre ellos se nutren, se refuerzan, se copian, se reproducen en una espiral cada vez más amplia.
Stangi Gómez
C.I. 8.628.662

EL PODER DE LA PALABRA

       Nadie puede restringir la evolución de la lengua. Todos tenemos libertad para exponer nuestras ideas como mejor nos convenga. Pero es prudente concordar en que la mejor manera de mantener al mínimo la barrera es conservando la uniformidad en el uso de los códigos.
       Para que todo esto sea fructífero, debemos tomar en cuenta la sensibilidad espiritual como seres humanos y es aquí donde me permito tomar como referencia la inspiración de un moderno teólogo quien tituló un libro: DIOS ES LA PALABRA igualmente podría haber escrito DIOS ES AMOR…. Y sería casi lo mismo, porque en la cultura y lengua hebrea el vocablo “palabra” viene a ser “comunicación”, y esto también es el amor.
        ¿Acaso no llamamos a los modernos medios audio-visuales “MEDIOS DE COMUNICACIÖN”.? En nuestra cultura occidental, heredera del helenismo, el vocablo “PALABRA” relacionado con el” logos” griego, nos remite al ruido que sale por la boca y revela nuestras ideas y pensamientos: “hablar” equivalía a contar, enumerar, lo que se piensa; el hombre vive en éxtasis, en contemplación de un mundo que ya está acabado.
        Sin embargo, en la cultura semita y hebrea el vocablo “palabra” y su verbo, hablar, más que revelar, decir, contar, implica un movimiento, una acción, y significa no tanto el ruido, sino la fuerza del que desde su ser (corazón, garganta, boca) lanza algo hacia afuera y por lo tanto, hablar es proyectar, prometer, es decir, actuar, crear, hacer algo. La palabra es acción, proyección, comunicación. Y, claro, a través de lo que se pronuncia (como las figuras que están en la cinta de una cámara se proyectan en la pantalla) y sale del interior del ser (del corazón dirá la biblia, Sal.45, 2) el hombre se exhibe, se sale de lo oculto, se revela en lo que habla, en las acciones que proyectan sus palabras.
        La palabra y el hablar pertenecen a la esencia del hombre y, a diferencia de la cultura griega, con su palabra el ser humano es más actor que espectador ante el mundo: más que interpretar al mundo, el hombre lo que pretende al hablar, es recrearlo y transformarlo. Todo ello lo explica bien el mito de la creación (Gen 1-2) Y por ello se dice que la palabra es eficaz: realiza lo que significa. Por lo que podemos afirmar; que la oratoria a nivel mundial ha pasado por una serie de cambios, debido a que cada país posee su propio sistema de comunicación; y diferente nivel de desarrollo, así como también elementos culturales que lo identifican, pero a pesar de esto, se ha convertido en instrumento de productos y mejoras, en cuanto a la búsqueda de calidad en la formación profesional como personal de cada orador. Tal es el caso de Venezuela, donde se viven grandes transformaciones en el cual, se requiere de la formación integral del orador, donde se aspira un perfil basado en un ser social, productivo y conocedor del medio, así como que se apropie del ejercicio protagónico para la construcción de una sociedad solidaria, de justicia, de paz y tolerancia.
        La  meta de un orador profesional no es entretener, sino inspirar confianza y calor de amistad. Aunque entretener es importante, siempre es secundario. Lo primero es convencer y atraer por medio de la palabra mediante la aplicación de técnicas de relaciones humanas.
Doctorante: Stangi Gómez
C.I. 8.628.662

miércoles, 22 de junio de 2011

LA CREATIVIDAD DEL ORADOR

   En muchas oportunidades el orador, en sus pláticas  utiliza términos ambiguos, los cuales han incitado a que muchos oyentes, imiten o utilicen el mismo dialecto, creyendo que porque lo dice un orador está bien dicho. Ocasionando una influencia negativa o debilidad que repercute en la conservación y actualización de términos  cónsonos a nuestro “idioma”. Esta forma  de oratoria, crea dependencia de patrones de pensamiento y de formas de comprender la cosmovisión un tanto extraños al pensamiento original de estas culturas emparentadas  a la ideología occidental, podría decirse entonces que estas debilidades  afectan notablemente la tarea del orador cuando se dirige a una colectividad desarrollando una labor banal. Cuando por el contrario debe ser una persona ejemplar y distintiva, consolidando su identidad y su cultura al darle uso a un léxico apropiado desde el inicio hasta el final de su emisión, optimizando su creatividad.
   Tomando en cuenta, que la creatividad es una función del pensamiento, el cual es un proceso cognitivo de tipo representativo que no depende de las coordenadas espacio-temporales, ésta suele hacer referencia a un pensamiento innovador original. Dentro del pensamiento creativo se puede encontrar varios tipos, que son: la expresividad (descarga afectiva), la productividad ( ideas que solucionan problemas prácticos), la invención (elaboración de un producto con finalidad determinada), innovación (ideas nuevas no caracterizadas por su finalidad práctica), y pensamiento emergente( soluciones de asuntos vitales de forma individualizada fuera de cánones habituales).
   Según Castillo (2003), significa, “la capacidad de engendrar algo nuevo, ya sea un producto, una técnica, un modo de enfocar la realidad...
Implica  salirse de los cauces trillados, a romper las convenciones, las ideas estereotipadas, los modos generales de pensar y actuar. De tal modo, que la creatividad puede ser desarrollada a través de la oratoria rompiendo con los esquemas tradicionales. La oratoria debe ser un componente atractivo e instrumento útil para la vida, al mismo tiempo que se avanza en calidad y se obtienen mejores logros en el proceso comunicacional.
   Las exigencias del mundo actual requiere de oradores reflexivos, autónomos y libres, con una mentalidad abierta, capaces de asumir la dinámica de su propio pensamiento; además de ser autodidactas permitiendo así, potenciar la capacidad creadora e innovadora como parte de su formación integral.  Es de hacer notar, que la creatividad está ligada en gran medida a la autoestima del orador, debido a que fluye en un ambiente de confianza, libertad, libre de críticas y cuestionamiento. Si  él confía en su capacidad se  proporcionará su propio ambiente y los medios necesarios para desarrollar sus propias habilidades, se sentirá seguro y por ende podrá responder activamente y de manera innovadora ante los nuevos desafíos.
   Desde esta perspectiva, es evidente, que el proceso de formación permanente del orador se enmarcada dentro de la complejidad del pensamiento con un enfoque investigativo, lleva implícito el desarrollo personal en la medida en que se produzca la identidad original y el proceso de socialización. En otras palabras, se sitúa individualmente de una manera activa y crítica en y ante el contexto social y cultural del cual formamos  parte. La oratoria, es en esencia un encuentro entre sujetos para lograr un proceso de crecimiento personal Dicho de otro modo, sitúa los conocimientos que posee el sujeto y los elementos más recónditos en su ser integral, los cuales se conjugan de forma original ante los estímulos proporcionados por el mundo exterior. Por lo tanto queda en manos del orador, la misión de persuadir a los presentes.
Doctorante: Stangi Gómez

La Cultura en el tiempo

La cultura de Venezuela es un crisol que integra fundamentalmente a tres familias distintas: la indígena, la africana y la española. Las dos primeras a su vez tenían culturas diferenciadas según las tribus. La transculturación y asimilación condicionó para llegar a la cultura venezolana actual, similar en muchos aspectos al resto de América Latina, pero el medio natural hace que haya diferencias importantes. La influencia indígena se limita al vocabulario de algunas palabras y la gastronomía. La influencia africana del mismo modo, además de la música como el tambor. La influencia española fue más importante y en particular provino de las regiones de Andalucía y Extremadura, que eran la mayoría de colonos en la zona del Caribe durante la época colonial. Venezuela también se enriqueció por otras corrientes de origen antillano y europeo en el siglo XIX, en especial de procedencia francesa.
En etapa más reciente, en las grandes ciudades y las regiones petrolíferas irrumpieron manifestaciones de origen estadounidense y de la nueva inmigración de origen español, italiano y portugués, aumentando el ya complejo mosaico cultural. De tal modo que, la música venezolana se caracteriza por mezclar elementos españoles y africanos, típico de ser perteneciente a un pueblo predominantemente mestizo. Por consiguiente, para Rivero (2005), “La música popular, son todas aquellas interpretaciones que tienen una fuerte carga de sentimientos de un pueblo, es aquella que escuchamos en las celebraciones populares, en la radio y disfrutamos de sus letras y de toda la composición musical” (p76).
El género más representativo del país es la música llanera, que utiliza los instrumentos como el cuatro, el arpa, las maracas, la bandola y los capachos; este ritmo ha llegado a consagrarse como la música de identidad nacional de los venezolanos, hasta el punto que se les da la denominación en el exterior a los venezolanos como llaneros. Este género tuvo su origen en la región hoy comprendida en los estados Apure, Barinas, Guárico, Cojedes y Portuguesa, donde se cultiva con asiduidad. El baile más representativo de la nación venezolana es el joropo. Posee un movimiento rápido a ritmo ternario, que incluye un vistoso zapateado y una leve referencia al vals europeo, por lo que representa la más genuina forma expresiva entre las manifestaciones de la música colonial. 
No obstante, el joropo no es sólo baile, es  la expresión cultural por excelencia de los pueblos llaneros, y aunque se dice que el origen de la palabra se deriva del árabe, es más acertada la tesis de que proviene del vocablo indígena “soropo” palabra que evoca las casas o caseríos antiguos donde se llevaban a cabo los parrandos llaneros. Actualmente no existe una fecha exacta en cuanto al nacimiento del joropo, pero se puede afirmar según sus orígenes se remontan a la época de la conquista, cuando por el auge de la aparición del nuevo mundo y por consiguiente por la fiebre del oro.
Estos últimos precisamente jugaron un papel fundamental, debido a que se les encargó la misión de educar a los indígenas cuyo principal instrumento fue la religión. Lo esencial fue que con la llegada de los jesuitas también llego su cultura y por ende sus costumbres. Y, en ese viaje de aires y cuerdas, desembarcó la guitarra con su antepasado la vihuela, que posteriormente nuestros ancestros tratarían de imitar en su fabricación con elementos más rústicos y de esta forma se consolidaría el cuatro que es el instrumento armónico, aunque hoy en día maestros y artistas lo han introducido en las salas de conciertos como instrumento melódico llevándolo a la categoría solista.  De la misma manera apareció en estas tierras la bandola descendiente de la bandurria y del bandolín español e italiano, que en sus inicios era denominada “pin-pon” por llevar la marcación del bajo hasta que se posesionó como instrumento melódico. El arpa, el instrumento mayor en estos días y responsable de la línea melódica llego de Europa y así se conservo, con la diferencia de que el aire de interpretación en el joropo encontró efectos y matices distintos como el bordoneo, necesarios para darle ese sabor recio característico al género.
La percusión y marcación del ritmo le corresponde a los capachos. Este instrumento que para algunos parece inferior y poco interesante es la herencia de la evolución de la maraca indígena que era más grande. Su redundante marca es una imitación del galope del equino, amigo inseparable del llanero y hermano de lucha y trabajo. El llanero se hizo acreedor del término de centauro precisamente por su constante utilización de este semental en las faenas. Se decía entonces que parecían uno solo.  El joropo como se conoce hoy tiene ingredientes nuevos que son necesarios para que el género perdure.
Además los jóvenes amantes y conocedores del aire, le han incorporado nuevos matices y armonías presentado un joropo más actualizado y más urbano. La guitarra también ha hecho su aparición con obras para guitarra solista de Joropo como el seis por derecho del maestro Antonio Lauro, cargadas de una magia infinita donde el intérprete se funde con su instrumento y el resultado es llano, sol y atardecer. Es así como gracias a esa riqueza cultural y al esfuerzo incansable de hombres y maestros en sus inicios empíricos por mostrar y trasmitir sus sentimientos y alegrías, hoy somos poseedores y herederos de un genero autóctono que ya sea que tenga raíces árabes, andaluces o latinas, lo cierto es que su verdadera esencia está en la tierra, esa a la que el llanero le debe su sustento y de la que pareciera no querer despegar la cotiza cuando está bailando en un parrando.

Stangi Gómez
C.I. 8.628.662

domingo, 19 de junio de 2011

LA FIESTA DEL JOROPO

     En Venezuela, cuando se habla de joropo no se habla solamente de la música o baile sino también de una fiesta, pues en sus orígenes se dice que el joropo es una fiesta campesina o pueblerina, esto se debe (según relatos históricos documentales) que, a mediados de 1700, los campesinos venezolanos comenzaron a usar  el término “joropo” en vez de fandango al referirse a fiestas, celebraciones y reuniones sociales
     El término joropo es sin duda la organización más tradicional que ha venido quedando de generación en generación; pero para los venezolanos, más allá de eso, es también el orgullo de su pueblo y la idiosincrasia de quienes la habitan.
     Su historia se remonta al siglo XVIII. En torno a las influencias musicales que lo hicieron posible, como fiesta bailable o jolgorio. Puede decirse que se origina en las haciendas de caña, cacao y café, para celebrar las cosechas, fundamentalmente, aunque también para amenizar algún acontecimiento de la peonada, como los onomásticos, cumpleaños, matrimonios y promesas, bajo el consentimiento de los dueños de hatos, quienes muchas veces ayudaban a costear los gastos que implicaba poner un baile, que por lo general duraba más de una noche y un día. En otras palabras, no solamente pertenece o se aproxima por razones histórico-culturales a estas manifestaciones, sino que hacemos bien en asumirlas como propias, al reconocer que son tan válidas como cualquier otra que se dan en el mundo.
     Conceptualmente se puede decir que en la organización del joropo determinado como una fiesta se implica una interdisciplinariedad, por cuanto es funcional porque se mantiene en los tiempos, pero en la medida que ha evolucionado según la época se observa que en lo tradicional de nuestro folklore, no es baile sino la organización general de una fiesta. En segundo lugar es social debido a que involucra un colectivo a través de las diferentes disciplinas que intervienen en la organización de la fiesta del joropo; se da a conocer mediante el desarrollo y proyecciones, la manera de como se mantiene, se ejecuta y se lleva a efecto. Igualmente es vivencial porque se muestra esa experiencia, espiritualidad, sentimientos; todos a su vez contextualizados para mostrar así la idiosincrasia en cada pueblo  donde se expresa la música, gastronomía, vestimenta o la manera de hablar. El joropo, constituye una de las manifestaciones culturales elementales de la tradición musical del país.
     De acuerdo con lo que expone Humberto Eco (2000), “las expresiones culturales mueren o, en el mejor de los casos, se transforman tal como se transforma el hombre” (p.12). Esto lleva a pensar La Fiesta del Joropo desde la Cosmogonía Llanera, por cuanto las personas tienen  apuntada en su memoria, en su cuerpo, el pulso de esos bailes. Pulso que sin pensarlo, viaja a través de ellos, apareciendo involuntariamente en su forma de moverse, sus composiciones originales, en su gusto musical, en su consciencia del ritmo.
     El cuestionamiento ontológico, aún cuando parezca inoficioso, es necesario cuando se piensa en la supervivencia de la tradición del joropo. Por ello, se pretende indagar acerca de la identidad, y encontrar su respuesta, es la única posibilidad de asumir las nuevas técnicas de La Fiesta del Joropo, ya no desde el modelo tradicional de enseñanza en donde se copia al maestro de manera ciega, sometidos a la voluntad caprichosa de la interpretación, sino ahora desde la esencia misma del concepto: qué es la integración de todos los elementos que lo conforman. Ser antes que nada, creativos.
 Stangi Gómez
                  C.I. 8.628.662

sábado, 18 de junio de 2011

Llaneridad y Escuela

          La llaneridad no es un concepto vano y sí un hecho fenomenológico producto de una “conjunción histórica de varias culturas”, como señala Herrera Cerpe (2003), “su significado va más allá de eventos, es sociológico y biológico: y, al mismo tiempo, implica todo lo que conforma la caracterización identitaria de la cultura llanera” (p.12). El lenguaje, la simbología, los valores, las costumbres, su quehacer, su tipología y cualquier conjunto de elementos culturales como mitos, ritos y creencias, de ahí emerge la cosmogonía llanera. La llaneridad se entiende como los rasgos históricos y culturales que identifican al hombre de nuestras comunidades llaneras dentro de un paisaje humano, en este caso el guariqueño. Esta noción está entrañablemente asociada a la identidad regional, que no es otra cosa que el reconocimiento de los otros, y se distingue de nuestra nacionalidad (Víctor, 1999) con una conceptualización de “alteridad sociocultural”.
          De allí, la necesidad que existe hoy en día de redimir las actividades culturales que implican la celebración de los actos representativos de una región determinada. No obstante, se observa con preocupación la paulatina desaparición y la no realización de este tipo de eventos en las instituciones educativas, por lo cual es de vital importancia retomarlos, pues forman parte de los procesos de enseñanza y de aprendizaje que le brindan oportunidad al alumno para investigar, analizar aspectos y hechos que ocurren en su entorno, así mismo le permiten valorarse y valorar el currículo de manifestaciones propias de la región donde habita.
         Lo expuesto va a permitir no solo al alumno sino también al docente, integrarse a  la reivindicación de las manifestaciones folklóricas a través de la sensibilización y la transmisión de los mismos, utilizando para ello estrategias que conlleven a la ejecución de actividades coherentes de acuerdo a las necesidades e intereses del educando. Sin embargo, hoy en día se observa como la transculturación ha venido ganando terreno en todas las áreas del quehacer social, uniéndose a este el evidente descuido en la enseñanza del sentimiento de pertenencia hacia lo nacional, aunado a esto se presenta también la apatía y desmotivación por parte de los docentes en el abordaje de la temática cultural, como también las posibles limitaciones con respecto a la preparación académica adecuada, debido a  que en muchos casos se reduce solo a impartir la parte teórica, descuidando la parte práctica que es la esencia para las celebraciones culturales.
         Tal afirmación está fundamentada en lo planteado por Albornoz (2000), expresa que:
Las escuelas han defraudado las funciones que la sociedad le ha adjudicado como instrumentos de formación y transmisión social. La cultura escolar tradicional, su modo de ser compartido se ha desarrollado de espalda a las necesidades educativas de los niños a las características de su entorno. (p.67)
         Por lo tanto, la escuela es una Institución social a la que se le puede adjudicar funciones fundamentales al desarrollo pleno de la personalidad, la comunicación de conocimiento, la preservación de una identidad y la integración de los educandos en el folklore. Es importante destacar las múltiples posibilidades existentes en las escuelas donde se pueden desarrollar actividades cargadas de pertenencias culturales que favorezcan el desarrollo integral de los niños, desde cuentos tradicionales, canciones, visualizaciones de escenarios que poseen valor patrimonial bien sea natural o histórico.

Stangi Gómez
C.I. 8.628.662

lunes, 13 de junio de 2011

Tendencia Hegemónica y Procesos Educativos Latinoamericanos

Una vez que se produce la penetración de los europeos en América, se hace posible un contacto de razas, culturas y procesos históricos que hasta entonces tenían un curso independiente, se da la integración de los elementos que compondrán, posteriormente, la sociedad colonial. En lo que respecta a Venezuela, se puede decir que, en este primer contacto, el aborigen, sin hostilidad y con asombro, abre al español las puertas del nuevo mundo y hace sus mejores ofrendas. Pero, una vez pasado este periodo inicial del encuentro, nuestro aborigen tiene que reaccionar con heroísmo y valentía ante la actitud agresiva de esclavización que toma el colonialista. Tiene que hacer verdaderos esfuerzos para enfrentarse a quienes llegan a privarle de su libertad, posesiones y someterlo a la explotación.
De esta manera, se inicia ese largo período de ocupación y sometimiento de los aborígenes, quienes trataron de poner resistencia valientemente, pero que la superioridad de las armas de los conquistadores los dominó fácilmente. Este tipo de conquista se logró suavizar por la acción mediadora de los misioneros, quienes entablaron una colonización pacífica. Concluida la etapa de la conquista, se dio inicio al período de la colonización, este proceso se desarrolló con la clara delimitación de las clases sociales y con la ineluctable irrupción, no sólo geográfica sino también ideológica, cultural, económica, política y  educativa.
Con el transcurrir del tiempo, surge un sistema económico en el que los individuos y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados (Se instaura en la segunda mitad del siglo XIX). Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, este sistema, conocido como capitalista, se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial.
Los intereses económicos son los más habituales cuando se tratan de explicar fenómenos sociales de dominación. Los defensores de esta concepción sostienen que las naciones se ven impelidas a subyugar a otras para expandir su economía, adquirir materias primas y mano de obra, o para dar salida a los excedentes del capital y producción. La teoría más notable que vincula el imperialismo con el capitalismo es la de Karl Marx. Lenin, por ejemplo, consideraba que la expansión europea del siglo XIX era la consecuencia inevitable de la necesidad de las economías capitalistas europeas de exportar su excedente de capital. Del mismo modo, los marxistas contemporáneos explican la expansión de Estados Unidos en el Tercer Mundo, basándose en imperativos económicos.
Por su parte, Althusser, seguidor de Gramsci, toma como punto relevante la dominación ideológica para así comprender la reproducción de las condiciones para la producción, este a diferencia de Marx y Lenin, destaca la importancia de la súper estructura jurídico-política e ideológica como un mecanismo de dominación del estado capitalista, con el fin de asegurar la reproducción del capitalismo.  Esto quiere decir que, no sólo se necesita de la fuerza de trabajo, sino de individuos que la ejecuten mandados ideológicamente. Da a entender que cierta posición económica es un factor determinante en la posición ideológica.
Además, dice que hay otras formas distintas que se encargan de asegurar la producción de la sociedad. Dentro de estas formas distintas se destacan los aparatos represivos y los aparatos ideológicos, estos favorecen la diferenciación de las principales formas de poder del Estado, ambos ejercen su dominación por medio de la represión y la ideología, estos se distinguen por la forma de cómo se introducen en la sociedad. Esta puede ser por medio de la violencia o mediante la ideología. El gobierno, la policía, el ejército, etc.; se encuentran en nuestra sociedad de una forma obligatoria. Los aparatos ideológicos son: la iglesia, la escuela, la familia, el sistema jurídico, el sistema político, sistema sindical, medios de comunicación e instituciones culturales. Para Althusser, el sistema educativo tiene la función de producir posiciones laborales, mediante la técnica y producir la interiorización de las relaciones de producción, a través de la inculcación de la subordinación y de las reglas esenciales de un determinado comportamiento.
Al respecto, Descombe, citado por Aguerredondo (1993), recalca la necesidad de profundizar en el impacto de la escuela como institución que actúa sobre las perspectivas y acciones de los docentes. La teoría se va a adaptar a la política que haya en esos momentos, depende de cómo se trabaje, ya sea pedagógicamente o políticamente y, a la vez, de cómo se puedan unir las dos. Los mismos que han realizado teorías de la resistencia conocen las limitaciones del sistema educativo, va a la par con el nivel social. Para cambiar el sistema educativo hay que ir cambiando, conjuntamente, la sociedad.
Retomando el elemento económico, el cual no está desligado de lo socio-educativo, Águila (2006) sostiene que los efectos del imperialismo suelen girar en torno a los aspectos económicos, dado que esta perspectiva es la que prevalece en los debates sobre sus posibles móviles. La polémica surge entre aquellos que creen que el imperialismo implica explotación y es la causa del subdesarrollo y el estancamiento económico de las naciones pobres, y los que alegan que, pese a las ventajas que proporcionó esta situación a las naciones ricas, también las naciones pobres se beneficiaron, al menos a largo plazo. Lo que resulta evidente es que el efecto del imperialismo ha sido desigual: unas naciones han obtenido mayores ventajas económicas que otras de su contacto con potencias más ricas.
En lo que respecta a la pobreza en América Latina, se puede afirmar que ésta ha crecido escandalosamente en los últimos años, dejando estragos que han sido ignorados por falta de sensibilidad o de ética, pero que aun así; por razones políticas y sociales, el mencionado aspecto no se debe perder de vista. El crecimiento económico no es necesariamente re-distributivo, ni necesariamente alivia la pobreza, pero una efectiva intervención gubernamental puede hacer que sus frutos se distribuyan mejor entre los diversos grupos sociales, aminorando la pobreza y reduciendo la concentración del ingreso. El bajo crecimiento económico, en cambio, aunque reduzca la concentración del ingreso, genera más pobreza, agravando todos los males de la sociedad. Dicho pues de manera convencional: el crecimiento económico es condición necesaria, más no suficiente, para la lucha contra la pobreza.
En los años 80, se agudizó el problema histórico de la pobreza y aumentó la  exclusión social, pero también se mantuvieron las tendencias hacia una expansión de la cobertura de los servicios sociales, aunque con un gran deterioro de la calidad, como ha sido el caso de la educación y de la salud. La democratización, la inserción internacional, el descenso de las remuneraciones mínimas, el aumento de la cobertura educativa y la acentuada masificación de los medios de comunicación social eran factores que sugerían profundas transformaciones en función del desarrollo de la América Latina.
Se parte de que en el período 1950-1980 se vivió un proceso de modernización socioeconómica acelerada, con una sostenida expansión del sistema educativo formal y de sus capacidades de investigación científico-tecnológica, hubo un fuerte crecimiento de la población en edad escolar (3% del promedio anual), grandes movimientos migratorios que incidieron en los patrones de urbanización, una gran alteración de la estructura del empleo y un aumento significativo de la participación laboral de la mujer.
Como síntesis, en lo educativo, se dice que: hubo una drástica reducción de la tasa de analfabetismo absoluto, pero el perfil educativo regional sigue siendo deficiente, lo cual se evidencia en los siguientes indicadores: el nivel educacional es de seis años; la mitad de la fuerza laboral no ha completado la educación primaria; la masificación tuvo un impacto inequitativo; mayormente la calidad de la educación es deficiente, sin vinculación con los requerimientos sociales; la investigación se concentra en las universidades, desvinculada del aparato productivo, con participación ínfima en el contexto internacional; los institutos de formación profesional, como enlace entre el sistema educativo formal y las empresas, han perdido vigencia y capacidad de respuesta; la expansión educativa y el esfuerzo científico-tecnológico y de formación han obedecido más a presiones sociopolíticas que a los requerimientos de desarrollo.
Aún existe cierta opresión en el sistema educativo para con los estudiantes, se impone un modelo a seguir, en cualquier tipo de escuela, se entregan las herramientas y cado uno tiene que valerse por sí mismo siguiendo los patrones preestablecidos. Las limitaciones que se tienen y probables casos de deserción serían la pobreza o la escasez de colegios en zonas rurales. Puede que no se noten estos problemas en la educación escolar, pero sí se notan en los estudios posteriores, como lo son las universidades, institutos profesionales, entre otros, en los cuales no todos pueden estudiar, ya sea por problemas económicos o por problemas académicos. Aunque se dan cierto tipo de facilidades como becas, créditos y distintas ayudantías, de igual forma que en el pasado, la clase alta tiene mayor tipo de posibilidades de surgir que la clase baja.
El modelo de desarrollo económico y los problemas de la integración social y la pobreza, han influido para que los sistemas de producción y difusión del conocimiento tengan un carácter polarizado y sin base integradora. La administración de los mismos se ha burocratizado de tal manera que cada uno constituye un segmento cerrado, lo que implica un aislamiento institucional y corporativo. Todo esto ha provocado una radical separación entre el sistema de formación de recursos humanos y las necesidades de desarrollo del nuevo contexto socioeconómico y del debate internacional sobre el destino de la educación. (Ottone y Mendoza 1997, s/n)
Todo parece confirmar que se ha llegado al término de un proceso de desarrollo educativo mediante el cual la región obtuvo importantes logros cuantitativos a expensas de menoscabar la eficiencia, la calidad y la equidad. Pasar de ese sistema a otro que privilegie la calidad de la enseñanza y su efectiva difusión a todos los niveles de la sociedad, así como las sinergias entre los distintos procesos de generación y difusión del conocimiento y entre ellos la economía, es el reto de la América Latina y el Caribe, una constante en todos los discursos educativos sobre la región.
Actualmente, América Latina muestra un mayor nivel de conciencia pública sobre la importancia de la educación en las estrategias de desarrollo, todo lo cual puede estudiarse en el aumento relativo de la inversión en educación y en el avance en la implementación de reformas institucionales, especialmente en lo que se  refiere a la descentralización educativa y la puesta en práctica de sistemas alternos de evaluación de los resultados. Pero todo esto es insuficiente porque, además de que hay que recorrer nuevas sendas para el mejoramiento de las formas de administrar, organizar y gestionar los sistemas educativos, tanto en los ámbitos nacionales y locales, como en la misma institución escolar, hay que recorrer un largo camino en el ámbito de las mejoras en el campo estrictamente pedagógico.
Hay datos muy preocupantes sobre los aprendizajes que logran los estudiantes y la relación de estos con las necesidades de desarrollo, autoconocimiento y autodesarrollo, y las expectativas sociales de las mismas, es decir, sobre la calidad, pertinencia y significatividad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje y sus logros. Si a ello sumamos el casi unánime sentimiento de que lo que está en juego en la región, como demanda socioeducativa, es la competitividad económica y la gobernabilidad democrática de las sociedades, nos encontramos con un enorme desafío que trasciende lo estrictamente institucional.
Aunque hay una mayor preocupación y toma de conciencia sobre lo indispensable que es la educación en cualquier estrategia de desarrollo, lo que crea un ambiente propicio para la generación y difusión de las reformas escolares, todavía es mucho lo que falta por dilucidar, implementar y evaluar al respecto. Los cambios que se plantean desde el punto de vista de una serie de transformaciones que deben realizarse, incluyen posiciones conceptuales que se pueden indicar en los siguientes aspectos: hay que dejar de percibir a la educación, a la formación y a la investigación como compartimentos aislados, incomunicados, hay que verlas de manera integral, en su actuación, mediante un enfoque sistémico. Es necesario pasar de una administración burocrática, dirigista y centralizadora hacia formas de gestión en la que el Estado pueda regular desde la distancia y promover. Hay que dar impulso a las autonomías e implementar formas de evaluación que garanticen la calidad y la equidad.
La educación ha de dejar de ser segmentadora, con sistemas y funciones educativas cerradas, y asumir una función integradora y compensadora, a través de sistemas abiertos y flexibles. Los docentes han de ser vistos como parte fundamental de cualquier estrategia educativa, lo que implica pasar de una subvaloración social y económica a una valorización de la profesión prestigiosa y meritoria. La ciencia y la tecnología forman parte importante de cualquier planteamiento que vincule la educación y el desarrollo, por lo tanto, debe dejar de ser un sector marginal para incorporarse activamente en las universidades, empresas y gobiernos.
Tal como lo plantea Tedesco (1998), una de las ideas centrales de los procesos de transformación educativa ha sido la hipótesis según la cual la educación es un factor de equidad social, pero que este vínculo no es unidireccional ni estático y que "...no se trata de solamente preguntarnos cuál es la contribución de la educación a la equidad social sino, a la inversa, ¿cuánta equidad social es necesaria para que haya una educación exitosa?". (p.1). La interrogante surge porque por debajo de la línea de subsistencia, los cambios institucionales o pedagógicos no tienen impacto en los resultados escolares de los estudiantes. Gran parte del problema de las dificultades para mejorar los resultados del aprendizaje debe verse en su relación con el deterioro de las condiciones de vida de los educandos que determinan, por debajo de esa línea de subsistencia, las "condiciones de educabilidad" con las cuales los estudiantes ingresan a la escuela.
La educabilidad se refiere a: (a) el desarrollo cognitivo básico que se produce en los primeros  años de vida, que está vinculado a una sana estimulación afectiva, buena alimentación y condiciones sanitarias adecuadas y (b) la socialización primaria mediante la cual los niños adquieren los elementos éticos y actitudinales que les permiten incorporarse a una institución especializada distinta a la familia, como la escuela. (Tedesco 1998, p.2). Si no se modifican esas condiciones de entrada que hacen que un alto porcentaje de educandos ingresen a la escuela con deficientes niveles de educabilidad, poco pueden hacer las instituciones educativas, por muy reformadas que estén. Aunque la educación sea un factor de equidad social, si no se garantizan unos niveles básicos previos, difícilmente se podrá educar con posibilidades de éxito.
Los procesos de transformación educativa tienden a dar prioridad a la reforma institucional y más específicamente, a la descentralización y a la creación de sistemas de medición de resultados. Esto último se explica por el hecho de que es una de las exigencias del Banco Mundial, que en sus políticas de asesoramiento y financiamiento incluye el desarrollo de mecanismos de medición de resultados de aprendizaje, que permitan "medir la calidad" de los mismos y hacerlos internacionalmente comparables. (Rama, 1994, p.25). Pero, ¿hasta qué punto, esos resultados reflejan la verdadera calidad educativa?
           En síntesis, los países de la región han tomado conciencia del carácter prioritario de la educación, no obstante, ha habido históricamente un marcado carácter ideológico-atomicista y económico de dominación que desvirtúa el propósito fundamental de ésta. Es muy probable que en los últimos años, a medida que el cambio curricular se consolide, las reformas se orienten especialmente a consolidar estilos de aprendizaje humanistas y las pautas pedagógicas vigentes en las escuelas se conduzcan a través de metodologías emergentes, inter y multitransdiciplinarias que permitan la construcción del conocimiento que se genere de la interacción del hombre con la realidad de la cual forma parte, generando redes dinámicas y significativas de acción colectiva.