viernes, 24 de junio de 2011

EL PODER DE LA PALABRA

       Nadie puede restringir la evolución de la lengua. Todos tenemos libertad para exponer nuestras ideas como mejor nos convenga. Pero es prudente concordar en que la mejor manera de mantener al mínimo la barrera es conservando la uniformidad en el uso de los códigos.
       Para que todo esto sea fructífero, debemos tomar en cuenta la sensibilidad espiritual como seres humanos y es aquí donde me permito tomar como referencia la inspiración de un moderno teólogo quien tituló un libro: DIOS ES LA PALABRA igualmente podría haber escrito DIOS ES AMOR…. Y sería casi lo mismo, porque en la cultura y lengua hebrea el vocablo “palabra” viene a ser “comunicación”, y esto también es el amor.
        ¿Acaso no llamamos a los modernos medios audio-visuales “MEDIOS DE COMUNICACIÖN”.? En nuestra cultura occidental, heredera del helenismo, el vocablo “PALABRA” relacionado con el” logos” griego, nos remite al ruido que sale por la boca y revela nuestras ideas y pensamientos: “hablar” equivalía a contar, enumerar, lo que se piensa; el hombre vive en éxtasis, en contemplación de un mundo que ya está acabado.
        Sin embargo, en la cultura semita y hebrea el vocablo “palabra” y su verbo, hablar, más que revelar, decir, contar, implica un movimiento, una acción, y significa no tanto el ruido, sino la fuerza del que desde su ser (corazón, garganta, boca) lanza algo hacia afuera y por lo tanto, hablar es proyectar, prometer, es decir, actuar, crear, hacer algo. La palabra es acción, proyección, comunicación. Y, claro, a través de lo que se pronuncia (como las figuras que están en la cinta de una cámara se proyectan en la pantalla) y sale del interior del ser (del corazón dirá la biblia, Sal.45, 2) el hombre se exhibe, se sale de lo oculto, se revela en lo que habla, en las acciones que proyectan sus palabras.
        La palabra y el hablar pertenecen a la esencia del hombre y, a diferencia de la cultura griega, con su palabra el ser humano es más actor que espectador ante el mundo: más que interpretar al mundo, el hombre lo que pretende al hablar, es recrearlo y transformarlo. Todo ello lo explica bien el mito de la creación (Gen 1-2) Y por ello se dice que la palabra es eficaz: realiza lo que significa. Por lo que podemos afirmar; que la oratoria a nivel mundial ha pasado por una serie de cambios, debido a que cada país posee su propio sistema de comunicación; y diferente nivel de desarrollo, así como también elementos culturales que lo identifican, pero a pesar de esto, se ha convertido en instrumento de productos y mejoras, en cuanto a la búsqueda de calidad en la formación profesional como personal de cada orador. Tal es el caso de Venezuela, donde se viven grandes transformaciones en el cual, se requiere de la formación integral del orador, donde se aspira un perfil basado en un ser social, productivo y conocedor del medio, así como que se apropie del ejercicio protagónico para la construcción de una sociedad solidaria, de justicia, de paz y tolerancia.
        La  meta de un orador profesional no es entretener, sino inspirar confianza y calor de amistad. Aunque entretener es importante, siempre es secundario. Lo primero es convencer y atraer por medio de la palabra mediante la aplicación de técnicas de relaciones humanas.
Doctorante: Stangi Gómez
C.I. 8.628.662

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