En Venezuela, cuando se habla de joropo no se habla solamente de la música o baile sino también de una fiesta, pues en sus orígenes se dice que el joropo es una fiesta campesina o pueblerina, esto se debe (según relatos históricos documentales) que, a mediados de 1700, los campesinos venezolanos comenzaron a usar el término “joropo” en vez de fandango al referirse a fiestas, celebraciones y reuniones sociales
El término joropo es sin duda la organización más tradicional que ha venido quedando de generación en generación; pero para los venezolanos, más allá de eso, es también el orgullo de su pueblo y la idiosincrasia de quienes la habitan.
Su historia se remonta al siglo XVIII. En torno a las influencias musicales que lo hicieron posible, como fiesta bailable o jolgorio. Puede decirse que se origina en las haciendas de caña, cacao y café, para celebrar las cosechas, fundamentalmente, aunque también para amenizar algún acontecimiento de la peonada, como los onomásticos, cumpleaños, matrimonios y promesas, bajo el consentimiento de los dueños de hatos, quienes muchas veces ayudaban a costear los gastos que implicaba poner un baile, que por lo general duraba más de una noche y un día. En otras palabras, no solamente pertenece o se aproxima por razones histórico-culturales a estas manifestaciones, sino que hacemos bien en asumirlas como propias, al reconocer que son tan válidas como cualquier otra que se dan en el mundo.
Conceptualmente se puede decir que en la organización del joropo determinado como una fiesta se implica una interdisciplinariedad, por cuanto es funcional porque se mantiene en los tiempos, pero en la medida que ha evolucionado según la época se observa que en lo tradicional de nuestro folklore, no es baile sino la organización general de una fiesta. En segundo lugar es social debido a que involucra un colectivo a través de las diferentes disciplinas que intervienen en la organización de la fiesta del joropo; se da a conocer mediante el desarrollo y proyecciones, la manera de como se mantiene, se ejecuta y se lleva a efecto. Igualmente es vivencial porque se muestra esa experiencia, espiritualidad, sentimientos; todos a su vez contextualizados para mostrar así la idiosincrasia en cada pueblo donde se expresa la música, gastronomía, vestimenta o la manera de hablar. El joropo, constituye una de las manifestaciones culturales elementales de la tradición musical del país.
De acuerdo con lo que expone Humberto Eco (2000), “las expresiones culturales mueren o, en el mejor de los casos, se transforman tal como se transforma el hombre” (p.12). Esto lleva a pensar La Fiesta del Joropo desde la Cosmogonía Llanera, por cuanto las personas tienen apuntada en su memoria, en su cuerpo, el pulso de esos bailes. Pulso que sin pensarlo, viaja a través de ellos, apareciendo involuntariamente en su forma de moverse, sus composiciones originales, en su gusto musical, en su consciencia del ritmo.
El cuestionamiento ontológico, aún cuando parezca inoficioso, es necesario cuando se piensa en la supervivencia de la tradición del joropo. Por ello, se pretende indagar acerca de la identidad, y encontrar su respuesta, es la única posibilidad de asumir las nuevas técnicas de La Fiesta del Joropo, ya no desde el modelo tradicional de enseñanza en donde se copia al maestro de manera ciega, sometidos a la voluntad caprichosa de la interpretación, sino ahora desde la esencia misma del concepto: qué es la integración de todos los elementos que lo conforman. Ser antes que nada, creativos.
Stangi Gómez
C.I. 8.628.662
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