miércoles, 22 de junio de 2011

La Cultura en el tiempo

La cultura de Venezuela es un crisol que integra fundamentalmente a tres familias distintas: la indígena, la africana y la española. Las dos primeras a su vez tenían culturas diferenciadas según las tribus. La transculturación y asimilación condicionó para llegar a la cultura venezolana actual, similar en muchos aspectos al resto de América Latina, pero el medio natural hace que haya diferencias importantes. La influencia indígena se limita al vocabulario de algunas palabras y la gastronomía. La influencia africana del mismo modo, además de la música como el tambor. La influencia española fue más importante y en particular provino de las regiones de Andalucía y Extremadura, que eran la mayoría de colonos en la zona del Caribe durante la época colonial. Venezuela también se enriqueció por otras corrientes de origen antillano y europeo en el siglo XIX, en especial de procedencia francesa.
En etapa más reciente, en las grandes ciudades y las regiones petrolíferas irrumpieron manifestaciones de origen estadounidense y de la nueva inmigración de origen español, italiano y portugués, aumentando el ya complejo mosaico cultural. De tal modo que, la música venezolana se caracteriza por mezclar elementos españoles y africanos, típico de ser perteneciente a un pueblo predominantemente mestizo. Por consiguiente, para Rivero (2005), “La música popular, son todas aquellas interpretaciones que tienen una fuerte carga de sentimientos de un pueblo, es aquella que escuchamos en las celebraciones populares, en la radio y disfrutamos de sus letras y de toda la composición musical” (p76).
El género más representativo del país es la música llanera, que utiliza los instrumentos como el cuatro, el arpa, las maracas, la bandola y los capachos; este ritmo ha llegado a consagrarse como la música de identidad nacional de los venezolanos, hasta el punto que se les da la denominación en el exterior a los venezolanos como llaneros. Este género tuvo su origen en la región hoy comprendida en los estados Apure, Barinas, Guárico, Cojedes y Portuguesa, donde se cultiva con asiduidad. El baile más representativo de la nación venezolana es el joropo. Posee un movimiento rápido a ritmo ternario, que incluye un vistoso zapateado y una leve referencia al vals europeo, por lo que representa la más genuina forma expresiva entre las manifestaciones de la música colonial. 
No obstante, el joropo no es sólo baile, es  la expresión cultural por excelencia de los pueblos llaneros, y aunque se dice que el origen de la palabra se deriva del árabe, es más acertada la tesis de que proviene del vocablo indígena “soropo” palabra que evoca las casas o caseríos antiguos donde se llevaban a cabo los parrandos llaneros. Actualmente no existe una fecha exacta en cuanto al nacimiento del joropo, pero se puede afirmar según sus orígenes se remontan a la época de la conquista, cuando por el auge de la aparición del nuevo mundo y por consiguiente por la fiebre del oro.
Estos últimos precisamente jugaron un papel fundamental, debido a que se les encargó la misión de educar a los indígenas cuyo principal instrumento fue la religión. Lo esencial fue que con la llegada de los jesuitas también llego su cultura y por ende sus costumbres. Y, en ese viaje de aires y cuerdas, desembarcó la guitarra con su antepasado la vihuela, que posteriormente nuestros ancestros tratarían de imitar en su fabricación con elementos más rústicos y de esta forma se consolidaría el cuatro que es el instrumento armónico, aunque hoy en día maestros y artistas lo han introducido en las salas de conciertos como instrumento melódico llevándolo a la categoría solista.  De la misma manera apareció en estas tierras la bandola descendiente de la bandurria y del bandolín español e italiano, que en sus inicios era denominada “pin-pon” por llevar la marcación del bajo hasta que se posesionó como instrumento melódico. El arpa, el instrumento mayor en estos días y responsable de la línea melódica llego de Europa y así se conservo, con la diferencia de que el aire de interpretación en el joropo encontró efectos y matices distintos como el bordoneo, necesarios para darle ese sabor recio característico al género.
La percusión y marcación del ritmo le corresponde a los capachos. Este instrumento que para algunos parece inferior y poco interesante es la herencia de la evolución de la maraca indígena que era más grande. Su redundante marca es una imitación del galope del equino, amigo inseparable del llanero y hermano de lucha y trabajo. El llanero se hizo acreedor del término de centauro precisamente por su constante utilización de este semental en las faenas. Se decía entonces que parecían uno solo.  El joropo como se conoce hoy tiene ingredientes nuevos que son necesarios para que el género perdure.
Además los jóvenes amantes y conocedores del aire, le han incorporado nuevos matices y armonías presentado un joropo más actualizado y más urbano. La guitarra también ha hecho su aparición con obras para guitarra solista de Joropo como el seis por derecho del maestro Antonio Lauro, cargadas de una magia infinita donde el intérprete se funde con su instrumento y el resultado es llano, sol y atardecer. Es así como gracias a esa riqueza cultural y al esfuerzo incansable de hombres y maestros en sus inicios empíricos por mostrar y trasmitir sus sentimientos y alegrías, hoy somos poseedores y herederos de un genero autóctono que ya sea que tenga raíces árabes, andaluces o latinas, lo cierto es que su verdadera esencia está en la tierra, esa a la que el llanero le debe su sustento y de la que pareciera no querer despegar la cotiza cuando está bailando en un parrando.

Stangi Gómez
C.I. 8.628.662

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